Foto / ©María José Alarcón
Escalera al cielo
Ahora
que todos
caminan
hacia arriba
y hacia abajo
escalones
y caminos
que terminan
—ambos—
en la muerte.
¿Quién le dirá adiós
al último hombre
cuando se ahorque
en el último árbol?
Igual que ayer
Cuando niños escribíamos mensajes en servilletas dulces,
Mensajes con los lápices de los títulos: rojos; sonrojados.
Nos reíamos porque Marcela se ponía dos días seguidos los mismos calzoncitos amarrillos,
Imaginábamos su olor en el rincón de los vagos.
Y la profesora regañaba a nuestras amigas por usar la falda cuatro dedos arriba de la rodilla
Mientras las mirábamos, cuatro escalones abajo.
Y esos primeros besos que eran un regalo…
Esos primeros besos que compartíamos,
Como el bon bon bum que nos robábamos.
El campamento y las tetas se cogen en la oscuridad.
El chismógrafo y la mancha de chocolate al lado de la pregunta: ¿eres virgen?
Cuando probé el cigarrillo de la boca de la niña de once que nos gustaba
y las cachetadas que me gané por tocar nalgas sin lavarme las manos.
¿Recuerdas?
¡Si lo recordaras no estarías espiando a las mujeres en el otro baño!
Distancia-miento
Te amo así: lejos sepultada en el olvido
Porque la poesía
siempre le quedó grande
a tu corazón tan estrecho
Y créeme
no existe
otro remedio
para la muerte.
Gerald / Pixabay
Poema para un niño indisciplinado
La poesía te hará volar más alto que cualquier droga
Tanto,
que podrás encestar tus miedos en la luna
La poesía es más efectiva que unos zapatos bonitos
a la hora de conquistar
a la niña que te gusta
Con la poesía serás el más malo atracador del barrio:
le robarás minutos al reloj en cada esquina
para gastarlos en tu vida
Con la poesía les harás bullying
a los monstruos de tus pesadillas
y aprenderás a soñar aunque esté de día
Con la poesía siempre estarás armado
pues ella es como una navaja
que apuñala en el corazón a la mentira
Con la poesía harás trampa
porque siempre tendrás un as bajo la manga
para cada problema de tus días
Así que no les creas a tus padres,
a tus profes, a los poetas ni a los curas
Cuando hablen de ella
seguro que la están confundiendo
con la policía.
Las cicatrices de la noche
Para Cristian Jhulian Callejas,
en memoria
Nos emborrachábamos y nos orinábamos en la vida
—en la nuestra—
Con la humildad de los cigarrillos de cincuenta
Nadie comprendió conmigo tan hondo
lo ridículos que se ven esos poetas
en las fotos con sus gatos
Me decía:
“Usted es un poeta piojoso
por eso es el único que me cae bien”
La noche tenía cicatrices en su rostro
y nos escupía monedas para la vaca
que metíamos en nuestros bolsillos rotos.
Yo agacho la mirada y agarro por el camino más largo
si veo la muerte
bailando desnuda
en cualquier esquina.
El recuerdo derrumba las calles
Hay un terremoto con epicentro en mi corazón
Créeme
Yo dejé de creer en Dios
cuando comencé a creer en mis amigos
Por eso hoy me siento en la orilla de la soledad
y te traigo a mí
para que me enseñes a volar
ya que nunca aprendí a montar cicla.
La decadencia del silencio
Mis sueños cuelgan en los postes de luz
al lado de cometas olvidadas en el tiempo.
Esto de no llamar las cosas por su nombre,
que la desnudez no sea quitarse el cuerpo
como una idea fija tatuada a la sombra.
Entrar en la poesía es meterse
por la calle más peligrosa del barrio
y el poeta, por paranoico, en todas ve
a la muerte fumando sentada en el piso.
Donde se nombre el vacío
ahí está mi cuerpo
—miedo parqueado en la mitad de la noche—.
La quinta pata del gato
es el poema.
Joshua Willson / Pixabay
La casa del poeta
Vuelvo al colegio vestido de sombra
Veo niños jugando con oraciones
desde la banca de este parque.
Hay policías en la casa del poeta
aprendiendo a redactar el comparendo.
Me pregunto si “hambre” se escribe con mayúscula
cuando es mucha.
Mi lengua no sabe de palabras,
cuenta tan solo con un puñado de silencios,
para nombrar el mundo.
Huérfanos de la noche
Sé que te mentí:
cosí mi corazón al horizonte sin sacármelo del pecho
Y de mi muerte solo quedarán poemas
que morirán, también, con el tiempo.
Seremos inevitablemente cadáveres
Ni el amor a los gatos nos permitirá vivir más de una vida
Y solo así, fríos, separados por las tumbas,
nuestro amor podrá ser eterno.
Las cosas
Las cosas son iguales a las cosas.
Ignacio Escobar
Era alcohólico antes de escribir poemas
A los 16 tomaba Old John cada 8 días
sin haber leído a Sbarra
ni el Viejo y el mar de Hemingway —obligado en la escuela
Ni siquiera me empalagaba con Benedetti
(prefería los Chupi Plum de las tiendas).
Una cosa
no tiene nada que ver con otra:
Por eso ven
Parchemos
Que no importa ni un poquito el que seas abstemia
o que no me quieras.
Ladridos
***
Su olor frío: sombras azules
Su boca
Ese bus que no me lleva a ninguna parte
***
Nunca escribí versos memorables
porque cuando los imaginé
estaba borracho
y se me olvidaron
***
Porque cambiar el basuco por el cristianismo
no es rehabilitarse
Es cambiar de jíbaro
***
Los recuerdos:
Puntillas que se oxidan
en la memoria
de los árboles
Embale
Este poema tenía más de dos líneas
pero me las olí
(…)
Al menos
Yo
Que admiro a Luis Vidales
Que me sé de memoria un verso de Julio Flores
Que no he leído a Valencia
Que no fumé basuco con Jattin
Que no entiendo ni coma a Mutis
Que soy más urbano que Mario Rivero
Que Juan Manuel Roca me parece una piedra
Que no le he dado culo a Alvarado Tenorio, ni a ninguno
Que soy más joven que Jaime Jaramillo Escobar
Que leí a Pombo, en el colegio
Que cuando estoy ebrio hablo como Obeso
Que me gusta Hannah Escobar, sin leerla
Que por María Mercedes Carranza
sé que la poesía no se hereda —el papá no era poeta
Que a mis rapidines les digo José Manuel Arangos
Que tengo una foto con Jotamario
—qué culpa, si él me la pidió—
Que no me soporto ni una línea de Federico Díaz-Granados
—prefiero las de perico
Que confundo a Barba-Jacob con León de Greiff
Que no he echado chisme con Cobo Borda
Y que siempre me ha gustado Silva… en mi billetera
Yo
Quisiera ser, al menos, como ellos
para que alguien se acordara de mí en un poema
y escribiera:
Yo
Que tampoco fui poeta como él.
* * *
NOTA BIOGRÁFICA
(Bogotá, Colombia, 1991). Ha publicado el libro Bogotrash (Cuentos, Argentina, 2014), las plaquettes El nadaísmo me lo mama en reversa (Ensayo, Colombia, 2017) y la trilogía Papeles para leer… (Poesía, Colombia, 2014, 2016 y 2018). Compiló y editó el libro Cumpleaños del Tiempo de la poeta María de las Estrellas. Ha ganado algunos premios literarios, entre ellos: Primer premio, en la modalidad de narrativa, en el Concurso Literario Nacional e Internacional de Relato y Poesía “Palabras sin fronteras”. Argentina, 2013; Primer premio, Concurso de Poesía Festival de las Artes, Bogotá. Colombia, 2011; Tercer premio, I Concurso Internacional de Poesía Grupo Literario Poeta Osvaldo Ulloa, Chile, 2012. Aparece en diversas antologías de poesía y narrativa en América Latina y España, algunas de ellas son: Poetas latinoamericanos (Argentina, 2015); Sístole/diástole (México, 2014); Anónimos 2.2. (España, 2014); Frontera (Chile, 2015). Textos suyos aparecen en las revistas: Puesto de combate, Marabunta, La Caída y en los blogs literarios: Cráneo de Pangea, Digo Palabra y Poetas del siglo XXI, entre otros. Poemas suyos han sido traducidos al italiano. Es cofundador y codirector de la editorial independiente Ediciones con Tinta Ebria.
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