©FOTO: Archivo particular
COLUMNA DE TRADUCCIÓN POÉTICA
MARÍA DEL CASTILLO SUCERQUIA
Barranquilla – Colombia | Diciembre 20 de 2020
I. UNA MUJER SIN CASA
Toda mi vida he vivido con miedo a
ser echada de la casa, en la oscuridad
de la noche, en los días dorados de agosto
mis pechos crecían
recogía mis vellos del fregadero
me escondía de mi padre en el ático
fumaba sus puros, empujaba
a los polluelos desde los azulejos
me quedaba arriba por un día o dos
sólo bajaba cuando me quedaba sin provisiones
él me encontraba en la puerta
la sonrisa, extinguida en su cara
vienes a mí de nuevo, ¿o no?, decía
escuchaba el chirrido de la olla de pretzel
en la cocina, llena de mortificación
por la cama, el sueño superficial
la cuchara y mi primer marido
en cada pelea sabía decir
¡vete al diablo!, lloriquea con otros
y después de siete años de matrimonio
volví a mi padre otra vez
atravesé los caminos vacíos de este país
con la cabeza gacha
mi padre me preguntó
¿cuánto tiempo te quedarás?
poco después, me separé de mi padre de nuevo
mi segundo esposo cuidaba el pasto de
los cementerios. La gente dice
que está loco, se burlan de él
por eso llegaba a casa malhumorado
y no miraba a nuestro hijo
siempre me hostigaba porque los terciopelos
del balcón se veían desgastados
pero no era así
me arrastró de la cabeza como
a una hilera de felpa y me
arrastró hasta la entrada
empujé la puerta con los pies
tan sólo no me eches
haré lo que me pidas, le rogué
sin embargo, ya había visto el camino
conocía el desempleo
el naufragio se repitió otra vez.
II. REVELACIÓN
El primer día de otoño el amigo de mi padre
descubrió, por accidente, una vieja tumba en su patio
era femenina, no tenía nombre
luna y estrellas talladas en piedra blanca
abajo, a poca profundidad del suelo
encontró algunos huesos
omóplatos, partes de la rodilla
miré a mi padre, subía un envase
de crema agria en la mesa, bajo la vid
estaba sucio de tierra. Lo tomé
removí la manchas con la yema de los dedos
tallitos secos de maíz
tembló, el sol se ocultó en las nubes
una sombra se precipitaba sobre el jardín
cuanto más limpiaba el envase, más oscuro
se hacía. El viento sopló
se me ocurrió que esta mujer desconocida
cuyos huesos estaban apilados en un bote
no quería estar con nosotros mientras
con descuido, comíamos uvas
deja el bote, o ensuciarás tu vestido, dijo mi padre
cuando miré mi vestido, la suciedad ya estaba allí
adherida a cada pliegue inferior
sacudí mi vestido y soplé en el cubo
antes de ponerlo sobre la mesa
el sol volvió a brillar sobre el jardín
se detuvo el viento
los gatos se aferraron a mis piernas
todo había terminado desde hace tiempo.
III. EL VERANO EN SU APOGEO
Cuando era niña mi abuelo me contaba
sobre las mujeres que venían a buscar
a sus maridos muertos en nuestras colinas
¿cómo sabían que debían buscarlos?
se preguntaba el abuelo
pues nadie escapó de nuestras colinas
es verano, paseo en bicicleta por el río
muy lejos de las colinas
una anciana se acuclilla en la carretera
la hiedra crece en su cabeza
llora con ella, se limpia la nariz
con el borde del negro pañuelo
los cerdos rompieron las tablas del gallinero, ¡ay!
todas las noches el zorro se lleva una gallina
maldita vida, ¡ay!
no es maldición si tienes un par de uñas, digo
y ella tiene uñas, en alguna parte las tiene
pero no hay martillo
fue dichosa por cincuenta años
su marido siempre estaba a su lado, en la casa
en el jardín… La soledad era llevadera
todo se ha ido, el porvenir es misterio
si tan sólo su padre hubiera muerto en esa colina
mirando el firmamento, como
los demás hombres del pueblo
no estaría aquí, prisionera del campo
hablando una lengua que
no comprende
años y años de rotas costillas
quise abrazarla
su tristeza fue un paredón
me senté en mi bicicleta
otro sofoco se precipitó.
IV. MELANCOLÍA DE OTOÑO
El tres de noviembre
herí a un gato
saltó frente a mi auto
cerré los ojos
su cuerpo rodaba bajo las ruedas
no conducía rápido
nunca conduzco rápido
como los furiosos
en el asiento de atrás estaba mi hijo
jugaba en su teléfono
— ¿qué pasó?
— fue un roca
miré por el espejo retrovisor
el gato convulsionaba en el aire
agonizaba, mas continué
mi camino
no era oportuno que mi hijo
presenciara tanto dolor
deseaba olvidar lo ocurrido
llegamos a casa
llamé a mi hermano
— atropellé a un gato, ¿puedes ver
si está muerto?
no dijo nada y colgó
me preparé un café muy cargado
lo sabía, no dormiría
busqué experiencias similares en internet
hallé tantas. Algunos habían perdido
la cuenta de los animales que atropellaron:
perros, gatos, palomas, ciervos, conejos
caracoles, ardillas, erizos, pájaros
jabalíes, gaviotas
cientos de manchas en el camino
mi hermano llamó
— no encuentro al gato
— ¿hay sangre?
— está oscuro, no veo nada
recordé a mi madre, si ella
estuviera aquí exclamaría
¡¿por qué carajos lloras por un gato?!
miré por la ventana la noche derramada
sobre los puentes infranqueables
lucía más vivo que nunca.
V. BAJO EL CEREZO JAPONÉS
Bajo el cerezo japonés que
florece junto a la carretera
murió un viejo perro
un criollo que echaron a patadas
al que arrojaron piedras y colillas
a cada paso que daba
eran las tres de la tarde
venía del supermercado
llevaba una bolsa sobre mi hombro
y lo encontré echado
las menudencias no revivieron su instinto
lo empujé con un suave puntapiés
su pelo gris estaba cubierto de pétalos
y algo más invisible
el cerezo se mecía despreocupado
pasaron niños que lamían su helado
damas con colas de caballo
padres muy queridos
entonces, me acosté bajo el cerezo japonés
esperé mi turno en su calma.
* * *
NOTA BIOGRÁFICA
Nació en Doboj, Bosnia y Herzegovina (1984). Es una poeta, editora, doctora en filosofía y profesora universitaria de literatura. Ha publicado seis poemarios y, con su obra, ha participado en numerosas revistas y antologías en todo el mundo. Es columnista de Publishers Weekly en Sharjah, EAU. Es miembro activo del Centro para el Desarrollo de la Sociedad Civil en Bosnia y Herzegovina, donde ha participado en varios proyectos destinados a promover la paz en Bosnia y Herzegovina. También es autora del documental “Los hombres y la montaña” y ha publicado más de 30 artículos científicos.
⊂Ο⊃
Las versiones de estos poemas al español son de MARÍA DEL CASTILLO SUCERQUIA (Barranquilla,Colombia, 1997). Es una poeta bilingüe, escritora, tutora, médica oriental (Neijing, España) y traductora (francés, inglés, italiano, ruso, portugués, griego, árabe, español y alemán)l, con experiencia en radio y actuación (teatro y cine). Ha participado en numerosos festivales de poesía, recitales, foros, conferencias y encuentros culturales. Sus poemas han sido publicados en diversas antologías, revistas, periódicos y sitios web nacionales e internacionales (Filogicus, Libresta, María Mulata, Bharatha Vision, Alaraby Aljadid, Azahar, Atunis Poetry, El Heraldo, Muelle Caribe, Crisol, Uttor Kota, Sol y Luna, Protikotha, entre otros). Y traducidos al canarés, árabe, urdu, bengalí, griego, rumano e inglés. Es traductora y columnista de las revistas Vive Afro (Colombia), Altazor (Chile), Cronopio (Colombia), El Golem (México), Cardenal (México), Poesía UC (Venezuela), Revista Digital de Artistas (Argentina), Palabrerías (México). Contacto: lacabramontes@outlook.com +57 301 4520375
⊂Ο⊃
Las imágenes que acompañan los poemas son de PAUL GAUGUIN , obras del Art Institute Chicago y del Metropolitan Museum of Art, catalogadas como de Dominio Público | CC0