Puedo estar sin lentes ver borroso sí quiero ver sin lentes las cosas no entender todo desenfocar un rato
II
COLECCIONABLES
La gente dice: las cosas no son como antes
No, no lo son las cosas no vuelven a ser y atestiguar esto trae un poco de apego ala (sol) edad para así no acostumbrarse a nada para así abandonarlo todo y dejar que las cosas cambien (s)olas sin recuerdos cambiar con ellas e intercambiar las máscaras olvidar el mal gusto de perder
EDVARD MUNCH | Mujer joven, en la playa, 1896 | Agua tinta bruñida y punta seca en violeta, azul, gris y amarillo| Art Institute Chicago | CC0 Public Domain Designation
III
No entiendo este frío ni cómo sacarlo es como llevar la huella de un error sed, desproporcionada contención, que nadie nunca sanará
Tengo el interior florido de dulces pequeñeces demasiado tiernas para ser tocadas cualquier palabra mal dicha desata incendio
Corro, derramo en las colinas campos de mi infancia allí sé andar siempre sola nadie nada nunca entenderá mi temblor, formas vegetales animales, tropicales destructivas
Dolor es vivir callado espero a mis amigos que me aman y están lejos
IV
Todos los cubanos van a Miami terminan ahí, se reúnen los llevan las balsas de Mariel
Algunos dirían que haríamos lo mismo y que Miami sería el país que Castro soñó
Pero nadie quiso ir a Miami fue la fuerza silente de las cosas costumbre escuchar lo que tendría que ser hecho lo que tendría que pasar
Si fuese contable sabría de números pero sé de tierra y agua, sed por andar tanto en el aire he dejado la carne en el fuego, no se aprende sin poner el cuerpo así
Vivo mutilándome las manos, empecé a definir bien el contorno cortándome las garras para poder caer tranquila
EDVARD MUNCH | Chicos bañándose, 1896 | Aguatinta bruñida en color, entintada à la poupée, sobre papel verjurado | Art Institute Chicago | CC0 Public Domain Designation
V
A esta altura ya tendría que tenerlo robusto como gaviota, pelícano rematando peces sobre el agua picoteando firme en la orilla
Pero no. Sigo yendo a los bautizos con mi cara de sueño y ganas de beber vino barato. Escucho eco de risa satisfecha veo pétalos caer sobre las hojas
Esta letra tormentosa, vaga vibra. No está impresa en nada desnuda busca la noche, mañana susurra, repite, pide espacio Despacio, le digo
Balbuceo, lavo los dientes las manos, el pelo, los huesos repito lo que dice mientras ejercito el cuerpo como mantra doy forma danza bajo palmas firmes en el suelo: la casa es esta
EDVARD MUNCH | Dos mujeres en la orilla, 1898 | Grabado en madera | Art Institute Chicago | CC0 Public Domain Designation
Nació en Barquisimeto en 1985. Licenciada en Estudios Políticos por la Universidad Central de Venezuela (2007). Durante los últimos diez años ha vivido en las ciudades de Caracas, Buenos Aires y Nueva York, donde ha participado en proyectos de estímulo a la literatura de forma independiente y en conversación con instituciones tanto públicas como privadas; entre ellas Cultura Chacao, International School of Brooklyn y la Red de Bibliotecas Públicas de la Ciudad de Buenos Aires. Cursa el programa de Doctorado en Literatura Latinoamericana y Crítica Cultural de la Universidad de San Andrés (Argentina). Obtuvo una mención en el I Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas 2016. Textos de su autoría han sido publicados en medios, revistas y antologías de Venezuela, España y Estados Unidos. Desde 2011 mantiene el blog literario experienceparoles. Trabaja con libros, configurando bibliotecas privadas y comerciales. Actualmente desarrolla un proyecto de investigación en relación al libro como vínculo entre Argentina y Venezuela llamado Afecto Impreso que cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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Las imágenes que acompañan los poemas son grabados y aguatintas del artista noruego EDVARD MUNCH, obras del Art Institute Chicago, catalogadas como de Dominio Público | CC0
Para mi hermana peruana Gloria Mendoza Borda, por la memoria
Defiendo mi mano izquierda de mi mano derecha
Defiendo el silencio de mi voz entrometida
Defiendo mi Inocencia de tanta experiencia inmunda
Defiendo la mujer que decidí ser ante todos los hombres
Defiendo la Paz ante todas las guerras
Defiendo la mirada de aquellas miradas que acuchillan
Defiendo el árbol, mi hermano mayor, el pan, la manzana mordida, defiendo a Eva
Defiendo el mantra que me fue dado en secreto
Defiendo hasta morir la niñez de mis nuevos hijos
Defiendo mi Libertad, mi círculo cerrado
Defiendo mis pies ya torpes de los caminos empedrados
Defiendo la tumba de mi madre, el mar donde lanzamos sus cenizas
Defiendo mis memorias intactas en mis poemas
Defiendo a una niña rubia que corrió y corrió y corrió hasta llegar al mar y supo que no podía correr en el mar y vivió años de su vida con pánico, a esa niña defiendo de todos los engaños y del mal amor
Defiendo con la espada de Excalibur, a mi corazón, porque de él emana la vida
Finalmente defiendo las hebras de mi pelo que caen como semillas de islas por nacer
CULTURA ROMANA | Una anciana, 14-68 d . C. | Escultura en mármol | Metropolitan Museum of Art | CC0 Public Domain Designation
EL POEMA DE LA RISA
I
La herida está en la página en blanco no tengo duda que cada puñalada del lápiz evidencia ese dolor
II
No me perdono haber herido con mi lengua tantas veces a mi madre querida quieres saber qué hice le dije que hubiera deseado que me hubiera abortado si alguno de mis hijos me dice palabras así creo que me moriría de tristeza como ella hizo
No me perdono haber matado a un hombre el mejor hombre que tuve pero como suele sucederme creo que al otro lado de la verja hay cosas mejores me ha tomado la vida darme cuenta que al otro lado de la verja hay un inmenso pantano de horrores él me decía por qué no quieres ser la mujer más bella del mundo todavía hoy no sé la respuesta
No me perdono no querer ser la mujer más bella en el espejo y me he hecho daño enfermando escudriñando nuevas maneras de traicionarme a mí misma
III
Y ahora, ¿qué sucede después de tanta confesión tortuosa? ¿se va la culpa? ¿se me va el hambre? en quién me convierto si ya mis pies son los de mi madre si mi modo de caminar y no vestirme son los de mi madre acaso quise ser mejor que ella y me convertí en su otra hasta desprecié a los hombres
Qué sucede ahora después de haber escrito y vivido y pensado tanto dolor… eso, ponerle tres puntos suspensivos al poema y comenzar
IV
Un modo nuevo de caminar un modo nuevo de creer en mí y no dudarme tanto un modo nuevo de levantarme y reflejar una mejor en el espejo
Concluyo el año de una pandemia y sigo viva eso es bastante más de lo que pueden decir los muertos he completado las tres Ces, Casa, Comida, Cama me falta el hombre lo sé me falta la mujer la que he perdido
V
¿Y el poema? mi mantra, mi guía, mi lugar de reposo mi libertad profunda mi alabanza perpetua
No recuerdo ninguna etapa de mi vida sin el poema fui la elegida, la médium, la sacerdotisa se me fue dado conocer el poder en la palabra fui elegida como la hija hereje desde niña bajando las escaleras de tercer grado de la clase de español sentí una unción sobrenatural ahí en aquel instante fui iluminada yo vivía en el silencio miraba el mundo de mis maestras y mis compañeros y nada tenía yo que ver con aquello mi etapa autista, aislada mi etapa de psicosis, aislada ¿cómo salí de aquello?, no lo sé ¿salí? aquí es donde echo una carcajada también el poema se ríe, ah se ríe mucho hasta se escribe el poema de la risa
CULTURA ROMANA | Las Tres Gracias, siglo II d.C. | Escultura en mármol | Metropolitan Museum of Art | CC0 Public Domain Designation
PÁNICO
Hay una puerta abierta
el mar al fondo
no llega nadie a este bar burgués
no son ellos
es mi cara
es mi cuerpo ruso
es mi antiguo abandono
es esta soledad de mundo que me acuchilla
es Dios que está enfermo de mí
DE PIE ANTE EL MAR
tienen miedo
de mi muerte prematura
tengo miedo
pasé por la catedral
había una boda
todos vestían de negro
el mundo se volteó
los códigos del amor
se estremecieron
hay luto en Palestina
y aquí
a instantes antes de mi suicidio
ya no soy yo
acabo de morir
A GRITOS DE SILENCIO
A gritos el silencio taladró mis oídos / se metió en mis sueños / entró en mi estómago / subió hasta vomitarlo / lo hice saltar entre las líneas de esta página / utilicé palabras suicidas / y cuando quise mirar como mira el voyerista la composición de dos cuerpo entrándose uno en el otro / mi rostro se fue borrando / mi boca cosida desapareció / y el grito se lanzó al vacío.
(para Caneo Arguinzones Herrera)
CULTURA ROMANA | Estatua de mármol de una amazona herida, siglo I-II d.C. | Escultura en mármol | Metropolitan Museum of Art | CC0 Public Domain Designation
SALUDA LA QUE HA TRAICIONADO
He traicionado al capullo, pero nunca a la flor He traicionado la memoria de mis vivos, pero nunca la de mis muertos He traicionado el corazón del poema, pero nunca la palabra He traicionado la oruga, pero nunca al vuelo de la mariposa He traicionado a mi madre, conocí varias amantes de mi padre He traicionado al amor, peor aún, a los comienzos del amor He traicionado al anillo del dedo, las promesas, las sábanas domesticadas He traicionado la caricia de los hombres, pero mis manos, nunca He traicionado mis apellidos, la presunción de las banderas, el Dios de mis padres He traicionado a mis hermanos de sangre que tanto odié He traicionado la educación de mis mayores He traicionado mi propia virginidad
No traicioné el gusto de mi lengua No traicioné el deseo de mi vagina que como boca, llama No traicioné mis 10 dedos que siempre han sabido caminar No traicioné mi mano derecha para abrir las puertas clausuradas ni mi mano izquierda, ni mi puño cerrado No traicioné la noche, ni aquella madre con dos niños pidiendo una moneda en la acera de Tetuán, Marruecos No traicioné jamás las razas más sufridas de lo humano
Traicioné los paisajes heredados Traicioné la sutileza de algún vientre Traicioné el vestido más largo Traicioné el lápiz labial, la vanidad de las mujeres Traicioné la casa de mi madre
No traicioné al hombre de la silla ni dije su nombre No traicioné el hueco santificado donde entierro a mis muertos No traicioné la mesa de comedor de mi casa quiso seguir conmigo más allá de las aguas y de otras paredes duras
No traicionaré jamás la palabra juramentada en el poema No traicionaré el amor de mis 50 años al corazón de un niño que se robó mi tristeza No traicionaré jamás mi nombre aunque cante tres veces el gallo No traicionaré al que me dio asilo cuando estuve sin casa en otras tierras No traicionaré mi memoria con mi olvido No traicionaré esta alegría de ser un animal triste No traicionaré al pájaro que ronda entre mis páginas No traicionaré al hombre ni a la mujer honesta No traicionaré al mar ni a sus bestias, porque en él yacen mis ahogados
Pero he aquí que cierro las ventanas de mi casa y no quiero dormir con seres que serán cadáveres ni quiero mi cuerpo maloliente ni tener que cambiar las piezas de mi cuarto quiero estar tan sola como me dejen los libros sola para caminar desnuda los pisos limpios de mi casa sola para llamar a ese último hombre que me espera
He traicionado a la flor, pero nunca al capullo porque como yo, la flor es un castigo
CULTURA ROMANA | Cabeza y torso de mármol de Atenea, siglo I-II d.C. | Escultura en mármol | Metropolitan Museum of Art | CC0 Public Domain Designation
GENTE DE PUÑOS ABIERTOS
Ah cómo te echo de menos hoy, a ti, a cualquiera, a quien sea, a un sin nombre, a un bien nombrado, bajo, alto, conocedor, inconsciente
te echo de menos en pantalones o faldas, perfumado o maloliente despeinado, acicalado, aburrido, hablador, acomplejado, ignorante de sí, anarquista o sometido
te echo de menos desde tu muerte, tú que estás vivo, o vivo, tú que moriste mañana
te echo de menos si me miras o me ignoras, si me ves bajo este Dios o amando a Alá, si tienes hermanos o eres un hijo solitario, criminal o inocente, árabe o judío, anglosajón o latino
te echo de menos a ti siempre ausente, a ti ya ido hacia lugares amazonas, hacia desiertos como los hombres azules, a ti negro-amarillo-anaranjado, seres de la luna y del globo terráqueo
te echo de menos con vagina o pene o circuncidado o virgen, a ti que tienes un ojo ciego, a ti que no sabes que existo
Te echo de menos, gente de puños abiertos, Humanidad.
Texto para la campaña contra el racismo julio 2020
CONCIERTO EN 9 MOVIMIENTOS
I
Tratando de encontrar la ecuación vivo largas horas en la madrugada sin entender calculando un registro de vida en vanos inventarios entre hombres y casas niños creciendo
Libros que apenas alcanza mi vista para leer tratando de lograr esta ecuación esta maqueta de vida que soy
Durmiendo
Despierta
Desligando
Enhebrando nudos que insisto en no romper
Ay, Madre te me fuiste a destiempo antes de entender que llegaría a ser tú
No he logrado entender la ecuación los días y las noches y este vivir demasiado en paz
II
Qué más puedo hacer con mis manos solo este terrible oficio de escribirme para salir de mí misma y entrar a mí misma simulando
ser
otra
III
Entrar y salir como entra un hombre y otro la dulce experiencia de siempre estar
Equivocada
IV
Hija mía No importa cuántas veces te vea siempre te extraño
El desgarramiento de no tener lo que más amo conmigo siempre
V
Es como si hubiera estado en prisión y acabara de salir todo este escarbar es para decir que no aprendí la ecuación del vivir
VI
No magnifiques desde la montaña aquella donde piensas todo a lo lejos es tan pequeño
VII
Víctor también nos fuimos a destiempo
VIII
Déjenme esconderme no es fácil esto de pensar tarea inconsecuente pero inevitable si te llamas Mairym Cruz-Bernal
IX
Estoy de espaldas a la noche despierta esta madrugada por extrañas fuerzas que vienen a anunciar
Soy una membrana que recibe
A lo lejos alguien toce un auto va ligero y una niña duerme
Y yo que he sido expulsada del paraíso saco la pluma negra que viola la página y presiento la noche tenebrosa tras las puertas de cristal que dan para el mundo.
Nació en Puerto Rico en 1963. Poeta, educadora, editora, traductora, columnista y ensayista. Presidió el PEN-Puerto Rico (2008-2012). Presidió el V Encuentro Internacional de Escritoras en Puerto Rico en el 2003 donde más de 300 escritoras firmaron un manifiesto por la paz. Posee una maestría en Escritura Creativa, Vermont College, Norwich University (1994). Sus poemas han sido traducidos al macedonio, árabe, croata, eslovenio, italiano, portugués, inglés, alemán, francés, polaco y mandarín. Es miembro honorario del Círculo de Escritores de Venezuela. Sostiene alianzas de amistad con la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) y es Integrante del Movimiento Poetas del Caribe: Unidos por la paz (Barranquilla, Colombia). Es Presidente-Asesora Internacional de los Encuentros Internacionales de Escritoras (EIDE), movimiento itinerante. Tiene 18 libros publicados en diversas partes del mundo.
Publicaciones:
Los estatutos de la mujer y otros poemas. Municipalidad de Lima FIP Primavera Poética, julio 2020
La hija hereje. Calíope, octubre 2019.
Paseos con Leo. EDP, San Juan, febrero 2018.
Amanecida de dolores, poemas para mi madre. Edición enumerada y firmada por la autora, Lúdika, San Juan, 2016.
Ejército de rosas (compiladora). Antología de 57 poetas puertorriqueñas vivas, Boreales, San Juan, 2011.
Ese lugar bajo mi lámpara. Edición enumerada y firmada por la autora, San Juan, 2010.
Canción de una mujer cualquiera. Diosa Blanca, Caracas, 2008; Edición Virtual Letra & Pixel, 2009.
Ensayo sobre las cosas simples. Común Presencia, Col. Los Conjurados, Bogotá, 2006
Alas de Islas. Oveja Negra, Bogotá, 2003.
Querida amiga, querido amigo. Coautora con el cantante Danny Rivera, Isla Negra Editores, San Juan, 1999.
Encajes negros. Casa del Poeta Peruano, Lima, 1999.
Ojo de loba. Plaquette, Casa del Poeta Peruano, Lima, 1998.
Soy dos mujeres en silencio que te miran. Torremozas, Madrid, 1998.
Cuando él es adiós. La Editorial Universidad de Puerto Rico, San Juan, 1997.
On Her Face the Light of La Luna. Provincetown Arts Press, Provincetown, 1997.
Ballad of The Blood/Balada de la sangre. Editora y traductora al inglés de la poesía de la cubana María Elena Cruz Varela, Ecco Press-HarperCollins, Nueva York, 1995.
Poemas para no morir. Mairena, San Juan, 1995.
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Las imágenes que acompañan los poemas son esculturas romanas de los siglos I-II d.C., obras del Metropolitan Museum of Art, catalogadas como de Dominio Público | CC0
COLUMNA DE TRADUCCIÓN POÉTICA MARÍA DEL CASTILLO SUCERQUIA Barranquilla – Colombia | Diciembre 20 de 2020
I.
Antes de existir, hablar ya crecías en mi alma entendía tus vocablos —por milenios la soledad fue mi amante sus estrellas hacían al deseo esperar antes de conocerte inhalaba tu perfume abarcaba tu ser dibujaba un círculo alrededor nuestro de bienaventuranza y protección ya saboreaba tus labios tu cuerpo una bola de fuego me recorría lento
—los pájaros presagian vuelo antes de tu partida nunca dije adiós.
ÉDOUARD JEAN VUILLARD | El hogar – Placa 8 de Paisajes e interiores, 1899 | Litografía | Art Institute Chicago | CC0 Public Domain Designation
II. Deseos
Será día festivo cuando llegue el amanecer habrá Luz y Alegría también una feria en el pórtico habrá rosas rojas albahaca y mirra —todo aquello será amado por nosotros la vida al fin comenzará.
III.
Los anhelos se convierten en oraciones las oraciones, en vocablos a los oídos de Dios
susurros que proceden de ángeles mi poesía es un puente entre la tierra y el cielo una petición que hago una palabra que grito paz paz paz
ÉDOUARD JEAN VUILLARD | La avenida – Placa 2 de Paisajes e interiores, 1899 | Litografía | Art Institute Chicago | CC0 Public Domain Designation
IV.
Puertas cerradas temblores lamentaciones es hora de decir te amo dale una margarita a esa chica que despreciaste es hora de abandonar los imposibles
sigue adelante en poco tiempo la vida no importará la vida volverá de la Tierra
sin ti
los árboles crecerán habrá frutos en tu ausencia pues la naturaleza no da saltos las semillas se vuelven flores urge la solidaridad
¡tira el papel que te esclavizó con símbolos!
Contacto
Olvidé lo que es un beso el sabor de un café por la tarde
cuando las olas se alejaron de la tierra me volví un barco en el desierto contacto olvidé lo que significa esa palabra
naufrago en los libros busco un significado que me abrace que me diga todo estará bien ir a dejar rosas en la memoria de mi padre encender una vela a la Virgen María contacto deja que vea tus ojos que huela tu perfume te busco en el viejo diccionario.
ÉDOUARD JEAN VUILLARD | La pastelería – Placa 10 de Paisajes e interiores, 1899 | Litografía | Art Institute Chicago | CC0 Public Domain Designation
Nació en Xylokastro, Grecia, en donde completó sus estudios básicos. En 1994 trabajó como periodista en el periódico francés Le livre journal. Desde el 2002 reside en Atenas y trabaja como locutora y promotora de lectura infantil en la radio virtual Logo texniko Vima, todos los domingos. Es encargada de la sección literaria infantil de las publicaciones Vivlioanazitiseis en Cuprys.
Autora de los libros Yo y mi vengador, Zeraldin y el Elfo del lago (en italiano y francés), Hija de la luna (en inglés y griego), La hermana Luna; obras patrocinadas por el Ministerio de Educación de Chipre. Su obra El hada del agua del Amazonas llamada Myrtia, ilustrada por Vivi Markatos, está dedicada a una niña que quedó discapacitada luego de ser víctima de abuso sexual.
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Las versiones de estos poemas al español son de MARÍA DEL CASTILLO SUCERQUIA (Barranquilla,Colombia, 1997). Es una poeta bilingüe, escritora, tutora, médica oriental (Neijing, España) y traductora (francés, inglés, italiano, ruso, portugués, griego, árabe, español y alemán)l, con experiencia en radio y actuación (teatro y cine). Ha participado en numerosos festivales de poesía, recitales, foros, conferencias y encuentros culturales. Sus poemas han sido publicados en diversas antologías, revistas, periódicos y sitios web nacionales e internacionales (Filogicus, Libresta, María Mulata, Bharatha Vision, Alaraby Aljadid, Azahar, Atunis Poetry, El Heraldo, Muelle Caribe, Crisol, Uttor Kota, Sol y Luna, Protikotha, entre otros). Y traducidos al canarés, árabe, urdu, bengalí, griego, rumano e inglés. Es traductora y columnista de las revistas Vive Afro (Colombia), Altazor (Chile), Cronopio (Colombia), El Golem (México), Cardenal (México), Poesía UC (Venezuela), Revista Digital de Artistas (Argentina), Palabrerías (México). Contacto: lacabramontes@outlook.com +57 301 4520375
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Las imágenes que acompañan los poemas son del artista francés ÉDOUARD JEAN VUILLARD (1868-1940). Serie de litografías en color sobre papel verjurado de China, tituladas Paisaje interiores. Estas obras se conservan en el Art Institute Chicago, catalogadas como de Dominio Público | CC0
Nació en en Espoo, Finlandia (1974). Artista y escritora. Ha publicado libros de no-ficción y un libro infantil en lengua finlandesa. Escribe poemas en inglés, inspirados en el amor y la naturaleza. Es autora del poemario: Poems of Love and Nature (Kustannus Ajaton, 2020). Estudió una Maestría en educación artística en la Universidad de Helsinki. Trabaja como emprendedora en los campos de la educación y la publicación. Algunos de sus poemas han sido publicados en la Revista Literaria Bilingüe Sahitto (sahitto.com), en Penetang Review (Canadá) y en Azahar, revista poética (España). Algunos de sus poemas han sido traducidos al bengalí (por Tareq Samin) y al español (por Jorge Montero Calderón).
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Las versiones de estos poemas al español son de MARÍA DEL CASTILLO SUCERQUIA (Barranquilla,Colombia, 1997). Es una poeta bilingüe, escritora, tutora, médica oriental (Neijing, España) y traductora (francés, inglés, italiano, ruso, portugués, griego, árabe, español y alemán)l, con experiencia en radio y actuación (teatro y cine). Ha participado en numerosos festivales de poesía, recitales, foros, conferencias y encuentros culturales. Sus poemas han sido publicados en diversas antologías, revistas, periódicos y sitios web nacionales e internacionales (Filogicus, Libresta, María Mulata, Bharatha Vision, Alaraby Aljadid, Azahar, Atunis Poetry, El Heraldo, Muelle Caribe, Crisol, Uttor Kota, Sol y Luna, Protikotha, entre otros). Y traducidos al canarés, árabe, urdu, bengalí, griego, rumano e inglés. Es traductora y columnista de las revistas Vive Afro (Colombia), Altazor (Chile), Cronopio (Colombia), El Golem (México), Cardenal (México), Poesía UC (Venezuela), Revista Digital de Artistas (Argentina), Palabrerías (México). Contacto: lacabramontes@outlook.com +57 301 4520375
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Las imágenes que acompañan los poemas son del artista francés MAURICE DENIS (1870 – 1943). Son 12 impresiones que provienen de Love , una serie de litografías en color que forman una narrativa inconexa sobre una mujer que experimenta el amor, aunque no está claro si se está enamorando de un hombre, la naturaleza o su fe. Cada imagen suave y onírica se empareja con una leyenda de poesía fragmentada que le sirve de título, pero estas frases no describen directamente sus imágenes correspondientes. Maurice Denis, que también fue escritor, creó estos subtítulos desconcertantes pero evocadores para agregar capas de significado a través de la interacción de texto e imagen. Estas obras se conservan en el Art Institute Chicago, catalogadas como de Dominio Público | CC0
COLUMNA DE TRADUCCIÓN POÉTICA MARÍA DEL CASTILLO SUCERQUIA Barranquilla – Colombia | Noviembre 21 de 2020
I. UNA MUJER SIN CASA
Toda mi vida he vivido con miedo a ser echada de la casa, en la oscuridad de la noche, en los días dorados de agosto mis pechos crecían recogía mis vellos del fregadero me escondía de mi padre en el ático fumaba sus puros, empujaba a los polluelos desde los azulejos me quedaba arriba por un día o dos sólo bajaba cuando me quedaba sin provisiones él me encontraba en la puerta la sonrisa, extinguida en su cara vienes a mí de nuevo, ¿o no?, decía escuchaba el chirrido de la olla de pretzel en la cocina, llena de mortificación por la cama, el sueño superficial la cuchara y mi primer marido en cada pelea sabía decir ¡vete al diablo!, lloriquea con otros y después de siete años de matrimonio volví a mi padre otra vez atravesé los caminos vacíos de este país con la cabeza gacha mi padre me preguntó ¿cuánto tiempo te quedarás? poco después, me separé de mi padre de nuevo mi segundo esposo cuidaba el pasto de los cementerios. La gente dice que está loco, se burlan de él por eso llegaba a casa malhumorado y no miraba a nuestro hijo siempre me hostigaba porque los terciopelos del balcón se veían desgastados pero no era así me arrastró de la cabeza como a una hilera de felpa y me arrastró hasta la entrada empujé la puerta con los pies tan sólo no me eches haré lo que me pidas, le rogué sin embargo, ya había visto el camino conocía el desempleo el naufragio se repitió otra vez.
PAUL GAUGUIN | Arlésiennes (Mistral), 1888 | Óleo sobre lienzo de yute | Art Institute Chicago | CC0 Public Domain Designation
II. REVELACIÓN
El primer día de otoño el amigo de mi padre descubrió, por accidente, una vieja tumba en su patio era femenina, no tenía nombre luna y estrellas talladas en piedra blanca abajo, a poca profundidad del suelo encontró algunos huesos omóplatos, partes de la rodilla
miré a mi padre, subía un envase de crema agria en la mesa, bajo la vid estaba sucio de tierra. Lo tomé removí la manchas con la yema de los dedos tallitos secos de maíz
tembló, el sol se ocultó en las nubes una sombra se precipitaba sobre el jardín cuanto más limpiaba el envase, más oscuro se hacía. El viento sopló
se me ocurrió que esta mujer desconocida cuyos huesos estaban apilados en un bote no quería estar con nosotros mientras con descuido, comíamos uvas
deja el bote, o ensuciarás tu vestido, dijo mi padre cuando miré mi vestido, la suciedad ya estaba allí adherida a cada pliegue inferior sacudí mi vestido y soplé en el cubo antes de ponerlo sobre la mesa
el sol volvió a brillar sobre el jardín se detuvo el viento los gatos se aferraron a mis piernas todo había terminado desde hace tiempo.
III. EL VERANO EN SU APOGEO
Cuando era niña mi abuelo me contaba sobre las mujeres que venían a buscar a sus maridos muertos en nuestras colinas
¿cómo sabían que debían buscarlos? se preguntaba el abuelo pues nadie escapó de nuestras colinas
es verano, paseo en bicicleta por el río muy lejos de las colinas
una anciana se acuclilla en la carretera la hiedra crece en su cabeza llora con ella, se limpia la nariz con el borde del negro pañuelo
los cerdos rompieron las tablas del gallinero, ¡ay! todas las noches el zorro se lleva una gallina
maldita vida, ¡ay!
no es maldición si tienes un par de uñas, digo y ella tiene uñas, en alguna parte las tiene pero no hay martillo
fue dichosa por cincuenta años su marido siempre estaba a su lado, en la casa en el jardín… La soledad era llevadera
todo se ha ido, el porvenir es misterio si tan sólo su padre hubiera muerto en esa colina mirando el firmamento, como los demás hombres del pueblo no estaría aquí, prisionera del campo
hablando una lengua que no comprende
años y años de rotas costillas quise abrazarla su tristeza fue un paredón me senté en mi bicicleta otro sofoco se precipitó.
PAUL GAUGUIN | La Orana Maria (Ave María) 1891 | Óleo sobre lienzo de yute | Metropolitan Museum of Art | CC0 Public Domain Designation
IV. MELANCOLÍA DE OTOÑO
El tres de noviembre herí a un gato
saltó frente a mi auto cerré los ojos su cuerpo rodaba bajo las ruedas
no conducía rápido nunca conduzco rápido como los furiosos en el asiento de atrás estaba mi hijo jugaba en su teléfono — ¿qué pasó? — fue un roca
miré por el espejo retrovisor el gato convulsionaba en el aire agonizaba, mas continué mi camino
no era oportuno que mi hijo presenciara tanto dolor deseaba olvidar lo ocurrido
llegamos a casa llamé a mi hermano — atropellé a un gato, ¿puedes ver si está muerto? no dijo nada y colgó
me preparé un café muy cargado lo sabía, no dormiría busqué experiencias similares en internet hallé tantas. Algunos habían perdido la cuenta de los animales que atropellaron:
perros, gatos, palomas, ciervos, conejos caracoles, ardillas, erizos, pájaros jabalíes, gaviotas cientos de manchas en el camino
mi hermano llamó — no encuentro al gato — ¿hay sangre? — está oscuro, no veo nada
recordé a mi madre, si ella estuviera aquí exclamaría ¡¿por qué carajos lloras por un gato?!
miré por la ventana la noche derramada sobre los puentes infranqueables lucía más vivo que nunca.
PAUL GAUGUIN | La siesta, 1892-1894 | Óleo sobre lienzo | Metropolitan Museum of Art | CC0 Public Domain Designation
V. BAJO EL CEREZO JAPONÉS
Bajo el cerezo japonés que florece junto a la carretera murió un viejo perro un criollo que echaron a patadas al que arrojaron piedras y colillas a cada paso que daba
eran las tres de la tarde venía del supermercado llevaba una bolsa sobre mi hombro y lo encontré echado las menudencias no revivieron su instinto lo empujé con un suave puntapiés
su pelo gris estaba cubierto de pétalos y algo más invisible
el cerezo se mecía despreocupado
pasaron niños que lamían su helado damas con colas de caballo padres muy queridos
entonces, me acosté bajo el cerezo japonés esperé mi turno en su calma.
Nació en Doboj, Bosnia y Herzegovina (1984). Es una poeta, editora, doctora en filosofía y profesora universitaria de literatura. Ha publicado seis poemarios y, con su obra, ha participado en numerosas revistas y antologías en todo el mundo. Es columnista de Publishers Weekly en Sharjah, EAU. Es miembro activo del Centro para el Desarrollo de la Sociedad Civil en Bosnia y Herzegovina, donde ha participado en varios proyectos destinados a promover la paz en Bosnia y Herzegovina. También es autora del documental “Los hombres y la montaña” y ha publicado más de 30 artículos científicos.
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Las versiones de estos poemas al español son de MARÍA DEL CASTILLO SUCERQUIA (Barranquilla,Colombia, 1997). Es una poeta bilingüe, escritora, tutora, médica oriental (Neijing, España) y traductora (francés, inglés, italiano, ruso, portugués, griego, árabe, español y alemán)l, con experiencia en radio y actuación (teatro y cine). Ha participado en numerosos festivales de poesía, recitales, foros, conferencias y encuentros culturales. Sus poemas han sido publicados en diversas antologías, revistas, periódicos y sitios web nacionales e internacionales (Filogicus, Libresta, María Mulata, Bharatha Vision, Alaraby Aljadid, Azahar, Atunis Poetry, El Heraldo, Muelle Caribe, Crisol, Uttor Kota, Sol y Luna, Protikotha, entre otros). Y traducidos al canarés, árabe, urdu, bengalí, griego, rumano e inglés. Es traductora y columnista de las revistas Vive Afro (Colombia), Altazor (Chile), Cronopio (Colombia), El Golem (México), Cardenal (México), Poesía UC (Venezuela), Revista Digital de Artistas (Argentina), Palabrerías (México). Contacto: lacabramontes@outlook.com +57 301 4520375
Calles arriba viene el río rompiendo cementeras Atrapa casas, ganado, cultivos, hombres: Dios ha desnudado las intenciones.
La tierra se mece para seducir al humano dentro de su guarida El miedo por los abismos azules circula, avanza, circula Dentro de sonidos de horror y el desquite. La naturaleza sonríe. El hombre y la tierra han desgastado la paciencia de los elementos Cada vez que la luz de abajo precede a la de arriba Mientras circula, avanza, circula.
COMO EL CAMINANTE
He regresado a ti Como el caminante a las márgenes azules del peligro Crecido el pecho como el mar de leva Ansioso de lamentos y alegrías que salpican el alma.
He regresado desde el otro lado del sol Para contemplar la placidez oculta en las tardes del Río Grande Memoria exacta donde en las noches habita el frío Que muerde las entrañas del poeta Que aligera los vuelos placenteros De las palabras comprometidas con la nada.
SORPRENDIDO POR EL ROCE DEL MILAGRO
A lo largo de las fangosas aguas del río Se aproximan las grises sombras de la ceguera Escondidas entre grandes moles de arena y de cemento.
El hombre prepara el sacrificio diario a la tierra prometida Entierra los rayos de sol para animar la comedia Goza entre el delirio de la posesión Así el hermano mienta, asesine Sorprendido por el roce repentino del milagro. Del libro Receta para Llamar el Amor
WINSLOW HOMER | Black Bass de tamaño natural, 1904 | Acuarela | Art Institute Chicago | CC0 Public Domain Designation
LA CANCIÓN DE LAS LUCIÉRNAGAS
Olía a río malherido, algarabía de visitantes entre el Samán, Cantaban los muchachos historias difíciles de entender, imposibles de olvidar mientras la ciudad prestaba los recuerdos entre la confusión de las calles solitarias.
El agua se sometía a la historia de los árboles, como los cerros Huía a los embates de la soledad, a los golpes del silencio.
Todos lo sabían desde el nacimiento, como el breve paso de las luciérnagas Que enredadas en alas de amor, cegaban su canto para siempre.
Los hombres decían escuchar el canto del amor entre las piedras, Las luces reflejaban el juego de todos los días; El tallo del árbol encerraba el secreto del misterio tejido en la noche, Con largos hilos de savia, Olorosos a rezagos de concupiscencia.
Del libro Receta para llamar el Amor
LA VIDA EN FÁBULA
Juega a la claridad. El mar juega a que no importa el invierno y la sequía, El mar se mueve en las lejanías, lo que parece imposible, El mar sabe llegar a todas las orillas, Pero el mar no puede esquivar a la luna y sus desaires. El lomo del mar brilla bajo el imperio del sol, Todo es verde, A lo lejos azul, Piensa quitarse uno a uno los leños donados por corpulentos ríos. Antes solía guarecerse debajo de los armarios, Lo asustaron la borrasca y el desierto, Se movía creyendo que jugaba al fugitivo. Ha jugado el mar a cambiar de colores en la tarde, A que no importa la luna, A que el sol no duele; Pero continua abrasado por la sal Sin poder hacerse invisible porque siempre hay orillas Y se acaba su sabio vaivén Y se mecen los troncos en su lomo, Y se hace más fuerte la ida y el regreso Y cae atrapado en manos de dios.
Del libro De cuerpo entero
NO INSTALES NOMEOLVIDES EN EL FONDO DE LA CASA
No instales Nomeolvides en el fondo de la casa Los vientos del desierto se acercan, A despertar a las hormigas con su aliento de matorral.
Entre los escombros el deseo sube y se derrama, Como el río crecido azotado por la borrasca, En procura de la soledad del mar, para sembrar los silencios.
No instales Nomeolvides en el fondo de la casa, El hombre ha incendiado con sus latidos las luces de la tarde; Para atropellar una y otra vez el canto del amor.
Del libro En otra calle
CAMINABA POR EL CENTRO DE LA CALLE
Esa mujer ansiosa del asfalto, del ladrillo, del cemento, A quien le importaban poco los latidos del reloj, Las enseñanzas de los viejos, Los ladridos de los perros, Y las imágenes que le brindaba una mañana rebosante de alegría, La música de cuerdas y la danza de la nube virginal.
Esa mujer, por el centro de la calle, celular en mano, Soñaba con más datos, más aplicaciones; Con más tiempo para sumergirse en la web, Que genera las sombras de otro paraíso Donde no existe el hambre, el dolor y los compromisos.
La alegría del carnaval le rodeaba la cintura Ella sonreía y volvía a una realidad que le estropeaba el sueño, Por la negligencia de la batería número 112455, vacía Y con la marca descontinuada, Sometida a la galaxia más perfecta que existe.
WINSLOW HOMER | Breaking Storm, Costa de Maine, 1894 | Acuarela | Art Institute Chicago | CC0 Public Domain Designation
LLEGA EL VERANO, REGRESA LA ALEGRÍA
Cuando los soles se atreven a despertar las almas, Cuando las almas intentan desechar la humedad y el sacrificio, Regresan las playas, la música, la naturaleza en su concierto sin final.
Es la ebriedad de las lunas que se atreven a llamar por su nombre a las luces del día, para proteger huéspedes y arreboles, para apartar angustias y contingencias, hasta la otra ronda de los tiempos.
Es el milagro de la sal marina disolviéndose en las carnes, Para prometer sabores medianeros Entre el paladar y la mente que provoca.
Es la magia de los colores, animadores de cualquier desborde de fantasía, Saciando la sed del estar en un lugar ubicado no se sabe dónde.
Del libro Paisaje de memoria – Antioquia
EN LA MADRUGADA EL AMOR SE ABRE COMO LA RISA DE
LAS FLORES
En la madrugada el amor se abre como la risa de las flores Donde hacen nido los jóvenes de entrañas llenas.
Se escucha en la soledad de la hacienda una catarata de canciones de amor Que se estrellan lentas en el corazón de la hondonada.
Arriba, en la casa, el fuego retuerce el carbón de piedra, Las mujeres temblorosas el amor advierten; Se desgranan luego susurros en la alcoba, Perdidos entre la oración y el sacrilegio.
En la madrugada el amor se abre como la risa de las flores Para tentar a hombres y mujeres que en la profundidad de las cañadas Dicen hallar las claves para entrar al paraíso.
Del libro Ilusión
ÁFRICA
Si escuchas el romance del sol y la tierra Si sientes el llamado del sol canicular Imagina que alguien, algo, avanza, feliz; Para desafiar las voces, las leyes del destino. Un concierto de tambores hace el reclamo, Comunica las querellas del hombre, Tendido sobre los altos y bajos del camino, Escucha los ecos dormidos en la bóveda, En la casa.
África avanza, llama, se endereza, Levanta la cerviz y no calla, Soberbia, Imparable.
África sabe que si se acaban los ardores de la partida, Hay refugio seguro en los sonidos brasileros, En los sentidos que buscan siempre una explicación, Entre las luces de cada día.
WINSLOW HOMER | El abanico de agua, 1898/99 | Acuarela | Art Institute Chicago | CC0 Public Domain Designation
RAIZALES
En estas montañas profundas, En el apéndice del mundo, Nacimos, crecimos, correteamos, Hijos de negros, hijos de mestizos Y de cuanta criatura quiso dios tuviera existencia.
Sin creer en tantas historias escritas en las páginas olvidadas Nos dijeron estábamos abandonados a cualquier sueño, hasta la hora en que la mente pudiera medir los desastres.
Mentira, nadie nos habló del caos provocado por la necedad Cuando insiste con sus tentáculos apoderarse de otros silencios.
Ahora que la oscuridad ha partido Sabemos que el universo es más sabio Que el aire de esta deliciosa humedad.
LA ILUSIÓN
Como la roca que emerge del océano Limpia, sublime, Imponente, Mostré la cara al sol que estrellaba sus fauces en el acantilado.
Sólo un chapuzón de confianza Y la tierra engulló la arena Se llevó el agua Silenció al viandante.
En vano quise ser halcón Girar desde lo alto Irrespetar el vacío.
Del libro Fronteras
CUANDO CORRE EL VIENTO DESCOCIENDO EL AIRE
Suda la frente del árbol desnudo en medio del bosque sediento Al lado el lago y su mirada suave, indeleble.
Una nube de ramas retuerce los alientos Cuando corre el viento descociendo el aire Y los hombres soliviantados por la natura piden perdón: Calla la voz de la justicia. Cada fuente natural guarda las historias Donde las carreras y la alegría disimulan los amores Donde la barbarie sosegada disimula las afrentas.
En el celaje del relámpago hallé el camino de la infancia un corredor apacible un patio súbito de encantos el escondite secreto de esos días cantados en la algarabía de la tarde
Infancia ungida con hierbas y asombros en el filo de la luz con una ronda de pocas voces
Sólo éramos tres anudando miedos en el reclamo del trueno en la desolación de los espejos en los baúles y su abandono Sólo éramos tres en medio de la tarde en el corazón de la noche
Quibdó (Chocó), 5 de enero de 1948. Es poeta, novelista y cuentista. Licenciado en Filología y Topógrafo. Ha publicado los libros Lámparas de mi tierra (cuentos), 1983; Campeón de sueños (cuentos), 1984; Viaje a pie al Akasha (poemas), 1991; Crónica poética del Huila (compilación), 1998; Receta para llamar el amor (poemas), 2006; 7 y 45 (novela), 2007; Paisaje de Memoria – Antioquia (poemas); El toque del tiempo (poemas), 2009; Sambapalo (novela), 2011; Cuarto creciente (antología poética), 2010; Tiempo de gracia (novela), 2014; Ilusión (poemas), 2017.
Sus poemas fueron publicados en las antologías: Quién es quién en la poesía colombiana, 1995; Poetas de fin de siglo, 1999; 50 Poetas colombianos, 2010; Puentes de agua, 2017. Seleccionado en el Blog Poetas Colombianos, 2017; Antología Mundial de Poetas Siglo XXI, de Fernando Sabido, 2017. Hace parte del Estudio de Poetas Afrocolombianos, Universidad de Pensilvania 2010.
Participante en los Encuentros Mundiales de Poesía de Santiago de Cuba, 1995 y 1996. Poeta invitado al 28th. Festival Internacional de Poesía de Medellín, 2018. Incluido en el Calendario Burdelianas Poetry 2021 | Un año de Arte y Poesía.
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Las imágenes que acompañan los poemas son del pintor estadounidense WINSLOW HOMER, obras del Art Institute Chicago, catalogadas como de Dominio Público | CC0
Incorpóreo y diáfano ausente de revelaciones este amor, pasajero casual viajero nocturno, tan indigno de la luz y de la muerte.
NO MIRAR
De frente Con ojos cerrados el oído se aguza y se ajusta a la música de adentro. Un balanceo invariable sobre un ave metálica máquina palpitante a punto de embarcar —siempre he sabido que es peligroso intentar las cuestas con los ojos cerrados— aire a bocanadas y luego, solo la imaginas, presintiendo el estruendo el beso la oscuridad de los cuartos filamentos encendidos que se agolpan en tu centro óleo sagrado crisálida rota inundando la casa ventanas cerradas mientras el mundo de adentro lanza la ola en tu pupila.
FOTOGRAMA
Capturar la figura cuando el rayo irrumpe recomponer la escena en el suave aleteo. Poder repetir de memoria cada grieta en el cuerpo la sangre anegada imagen nítida del instante antes del estallido que aguarda en la penumbra.
GUSTAVE CAILLEBOTTE | Calle París; Día lluvioso (fragmento), 1877 | Óleo sobre lienzo | Art Institute Chicago | CC0 Public Domain Designation
PELÍCULA MUDA
La taza humea el cristal. Dos mujeres hablan en la lengua del silencio. Las manos danzan, se baten, dibujan el paisaje para una historia imaginaria. Mis ojos leen el vacío, contorsiones audaces trípticos de Bacon que desentonan con los labios desolados. Se presiente el desastre. La orden discontinua llega a la mujer del mostrador. La impasible anfibia ha escogido lo primero a su paso: pan y café. Las manos se levantan y agitan para celebrar el pequeño triunfo matutino. ¡Bendito azar! Mientras los créditos ascienden el ruido, ajeno hasta entonces, arremete con violencia. El claxon destruye el sigilo, la calle y sus efluvios regresan con su estertor habitual, entran al lugar y borran la gran pantalla. Las actrices se ocupan de la merienda. Las luces se apagan y una voz en off dice: corte.
ANTE EL ESPEJO
Todo sucede por primera vez de un modo eterno. Borges
No hay dioses esta noche sobre mí. El muelle ha olvidado la orilla. No hay cielo sólo sal esperma de narvales extintos que me atrae desde la playa hasta el embate de la ola. Me inclino y tu piel de agua se ofrece a mi ojo desato la soga salto al vacío atravieso el espejo soy rostro repetido en el cristal cuerpo cayendo soy reflejo, espuma oxidada en los sueños de los náufragos. El eco murmura tu nombre ave mutilada —Nadie puede detenerme— Ni tú, hijo de Laertes, nadie que habite en el agua sabrá jamás lo que es arder.
CAMILLE PISSARRO | Bulevar de Montmartre (fragmento), 1897 | Óleo sobre lienzo | Metropolitan Museum of Art | CC0 Public Domain Designation
BILLIE
Aprendiste de los nudos la soledad del mostrador de la mano que aprieta la falda la primera grieta. La luz aún no llega y la tísica ciudad nos arroja en el rostro polvo y fajos supurantes. Cantaremos una vez más para alejar el miedo el hedor de la carne marchita nos iremos pronto con el sol y el último trago nada explicaremos. La trompeta hará el trabajo desgarrará el aliento y las magnolias crecerán adentro. Siempre es bueno algo de terciopelo nos ayuda a entonar mejor nos arrulla el dolor este blues asomado en los dientes rotos. Somos las chicas de Harlem crecemos rápido La noche nos redime mesa a mesa piel a piel de lunes a domingo bailaremos y cuando todo sea olvidado el amor la cuerda tensa la sangre mustia el tranvía de recuerdos nos iremos como palomitas de tul que se pierden en las cloacas cuando de golpe irrumpe la luz del amanecer.
GUSTAVE CAILLEBOTTE | Calle París; Día lluvioso (fragmento), 1877 | Óleo sobre lienzo | Art Institute Chicago | CC0 Public Domain Designation
4′33″
—Todo vendrá por añadidura— dice la abuela balbuciente Levanta su mano para indicar que el arroz empieza a secarse. Mientras, en el suelo ajedrezado, las moscas de la fruta algo esperan. Un primer movimiento va entrando por la ventana ir y venir de las manos diligentes utensilios de metal en la despensa que saludan a los nuevos visitantes palomas que sueñan con puñados de escombros algo para olvidar la soledad del campanario las agujas se retuercen en mí tic tac tejen con nácar esta sombra corta que conforma el presente Tacet ahora viene el otro la olla de agua caliente en sordo cimiento cae por el presuroso llanto de colibrí alguien grita un no sé qué imperativo la zanja del jardín cede bajo el metal se abre para el espectáculo de narcisos en flor y el ritual se va haciendo nos va haciendo somos parte de esta nada suena el motor enloquecido mudez imperfecta llevo en mi mano tu mano y la puerta cruje otro más estamos cerca —Aquí está la libertad— la jaula de barrotes resplandecientes se cierra —sinfonía inconclusa— me abrazo a ti y me quedo quieta en el hueco de tu boca.
LENGUA DE SEÑAS
Ejercitar tensar estirar el músculo hasta que la herida ceda o se cierre. Hasta que de la lengua no broten más palabras.
CAMILLE PISSARRO | Bulevar de Montmartre (fragmento), 1897 | Óleo sobre lienzo | Metropolitan Museum of Art | CC0 Public Domain Designation
VERTICAL
Infructuoso esfuerzo este de sostener andamios con los pies. Tomadas de las manos desafiamos ese cielo que pasa en cámara lenta —aquí está el paraíso— les gritamos a los hisopos galopantes y nos lanzan el presentimiento de muerte cruel techo que se quiebra contorsión imaginaria. La rama seca y su crac crac bajo el pie de un niño blanco agazapadas reímos del espectáculo que ha dispuesto para nosotras su público hereje. Pero, las nubes no perdonan nuestra osadía el vaho se hace de piedra las nubes caen en el rostro trasforman la sonrisa en mueca y ahora sólo Bacon podría pedirnos posar para su último tríptico. El cielo que nos escupe en los ojos cerrados risa torpe señal de desvarío el andamio cede el niño que trepaba a nuestras tablas ha sido fulminado por el rayo chocamos ramas secas y sangre. Reímos, bajo, para que el dios mutilado no sepa que con acrobacias evitamos al olvido pies enristrados y otra vez ya sabemos que el andamio es siempre nuestra casa.
COLECCIÓN DE CASAS
I
Sombra de marañón carrera delirante para atrapar a Azabache murciélago jugando a ser fruta rodillas sangrantes corriente eléctrica en sinapsis a través del metal venta de pegatinas de 10 y 5 pesos todo el inventario de infancia tesoro humilde el que nunca se cuenta como una gran hazaña pero tal vez el único que vale la pena recordar.
II
Después de la huida caímos de un árbol a otro. Este tenía la altura de una gran mansión pero de paredes rotas, techos que no guarecían, habitaciones del tamaño de un agujero y una escalera de caracol que solo dejaba pasar pequeños pensamientos. De cuando en vez el gigante nos arrojaba tantos frutos que lo inundaba todo. Ríos verdes, bolsas llenas hordas inclementes trepaban por los techos rompían el cristal y hacían que la niña temblara detrás de la madre embarazada. Entonces, aprendimos del miedo a las masas, a los ruidos que vienen del cielo —siempre señal de desastre— y aprendimos también el arte de perder una y otra vez señal ineludible de quien huye de su propio pasado.
III
En las noches a través de los caminos éramos sierpes navegando entre pastos interminables cuerpos contiguos en el miedo y la penumbra bajo el cielo rojo de los pinos agitados. El agua, era la consigna. avanzar, el camino sin retorno pero los exiliados no saben de la gloria y el perro nocturno no sabe del horror que habita dentro delata los pies presurosos y cierne la incertidumbre como una nube pesada que se precipita para empaparnos para recordamos que no existe agua para esta sed.
RESURRECCIÓN
I
Si hoy te inventara serías de tinta, hambre y tabaco, serías la historia del mundo un deseo, un adiós inquebrantable cuerpo revelado al ojo ensayo para una muerte: un poema.
II
¿Cómo aferrarte si no soy un dios de la vida? si te nombro y te convoco te hago carne en mi plegaria canto para traerte entre la luz y el agua pero, no alcanzas el latido te pierdo de nuevo como sal en la playa.
III Es el temblor de la llama que te aparta mariposa blanca te abraza, me abrasa en este simulacro de ceniza eres fénix, el fuego sabe que arde lo que está destinado a volver.
HÁBITO
Abandonar la pluma olvidar el papel caminar en círculos es escribir el poema.
CAMILLE PISSARRO | Bulevar de Montmartre (fragmento), 1897 | Óleo sobre lienzo | Metropolitan Museum of Art | CC0 Public Domain Designation
ESCRITURA ES…
Caja de Cornell que contiene objetos coleccionados, recuerdos de otros viajes, fotogramas de seres amados, hojas secas, plumas, amuletos pintados con crayones, cartas perdidas, mapas de nubes, dibujos de corderos, copitos de nieve, canciones de plancha para amores ausentes, cartas con remitentes ilegibles, imágenes de otros tiempos. La caja es la escritura. Los poemas componen artesanías personales. Todos guardan entre sí una lógica intangible y aunque hacen parte de un todo, también pueden verse de forma independiente. Cada compartimento, un verso, una ficción, una mancha, una huella de lo imposible, de las pesadillas, las ruinas y a veces, también, la muerte.
MALÉFICA
A raíz de un poema de Neruda
Ha caído tanta arena en el cuadro que dibuja el tiempo. Puedo imaginarte contemplando la ruina de una ausencia fabricada. Un ensueño en donde anhelas abordar un navío y desde la popa me inventas destilando el dolor de partida. Temo que estas palabras borrarán lo que ha sido escrito y se perderá para siempre la substancia del recuerdo.
Desde tu partida la casa se ha llenado flores, mangles y acacias. El jardín se precipita en las rendijas; las grietas han traído el manantial sonoro donde peces de colores muerden las puntas de mis huesos y he abandonado el lecho para acunarme en los brazos protectores del roble de la entrada. Tú ropa ahora es la sombra de hongos y gusanos que se escurren en la tierra virgen de una selva que nace en mis entrañas.
No te preocupes en regresar. Todo llegará de golpe, el amor o el olvido, y en algún tiempo navegaré hasta Isla negra para reclamar tus huesos y hacer con ellos hogueras en mi templo. Pero hoy sigue cantando entre ruido de mil espadas sedientas, entre palomas de sangre y frentes añejadas por el viento.
Tuviste razón en guardar el filo del metal bajo la planta; años después ha crecido un coco argento, tan frío que se jacta en las noches de escribir largos poemas de amor y memorias adornadas. Pero debes saber que si hubiera querido atraparte no habrías resistido mis filtros de amor, de hiedra y hiel; nada te habría detenido de caer en profundo encantamiento. No adivinaste en mi nombre el antiguo aroma de la sombra, no viste las señales en mi vientre, los ruidos de tambor que se ocultaban. Tierno jabalí agonizante, nunca fuiste el navegante esperado en este viaje ceniza.
Cúcuta, 1984. Licenciada en Idiomas Modernos y Magíster en Literatura de la UPTC. Participó en el Taller de Creación Literaria de la UPTC y en el Taller de narrativa R.H. Moreno Durán, de la Red Nacional De Talleres (RENATA), Tunja.
Ha publicado sus poemas en: La hoja literaria Poesía UPTC; blog literario La tierra baldía; en la antología literaria Cultura al riel, del Teatro Popular de Tunja (2012). En la Cuerda floja, antología poética de la Corporación Cultural Alejandría, Tunja (2019). En el libro Cada Grieta en el Cuerpo, Mujeres poetas de Norte de Santander (2020), Épica ediciones.
El cuento Luna para una muerte fue publicado en la antología Pisadas en la niebla, Nuevos cuentistas boyacenses (2010), Editorial Común Presencia. Su libro Emily Dickinson, Caja al abismo fue publicado por la Editorial Académica Española (2016). Su libro El lugar exacto de mi noche fue publicado por Épica Ediciones (2020).
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Las imágenes que acompañan los poemas son de GUSTAVE CAILLEBOTTE y de CAMILLE PISSARRO, obras del Art Institute Chicago y del Metropolitan Museum of Art, catalogadas como de Dominio Público | CC0
¡Quizás el invierno esta palabra humedecida por lluvia que no llega!
DECLARACIÓN DE AMOR A GRANADA
Depredar sentidos con las manos cuando de poner orden al caos de creadora se trata.
Ideas de pronto vestidas de palabras desbocado lenguaje que de sí ignora simbolismo…
Cuando rozamos piedras frotándolas intensamente saltan chispas… sorprendentes, sorprendidas, sorprendiéndonos para que el fuego sea.
“No encendáis un fuego que no apagarás” dice Granada.
¿Cómo hacerlo si fuego eres y de chispas está hecha nuestra piel?
Sólo compartido sudor puede refrescarnos porque apagarnos tras el fuego voraz de incendio transformado que no de hoguera mientras vivamos jamás.
GRANADINOS
Noel Rivas es otra Granada ¡a buen seguro que más auténtica por compartida!
De otros combates nacimos ¡pero hemos compartido tanto y tan de veras!
Reinaba entonces cuando libre su entero corazón en la geografía sin límites del Caimito, fruta de calle cual metáfora de síntesis entre las palabras que jamás quiso escribir y las que pensadas de tanto acariciar tampoco dijo.
Tierras solares fue un acto de amor aunque tardío, España contemporánea una deuda impagada con Rubén que nunca supe.
Del ron al vino español pasando por el whisky -tan de otros- ¿qué distancia ha transcurrido?
Andalucía le hizo crecer el corazón hasta no poder más de silencios…
Y una primavera madrileña vinieron a contarme que moría, nunca quise creer en lo escuchado sin hallar explicación lo supe vivo
El negro bravo siempre fue un cauce de palabras abierto desde que decidió aporrear la luna como si fuese tambor batiente a ritmo de mambo… y contarnos cuentos como a quien a los demás desnuda en el desnudarse a sí mismo.
Fue mi señal de identidad con las noches granadinas con las naderías de la juventud donde surge Noel hablando una vez más de literatura como un Shakespeare chapiollo recolectando sombras a la luz de la poesía.
Noel Rivas Bravo es otra Granada ¡No sé qué hace en Sevilla!
Nació en 1953 en Granada (Nicaragua). Licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca. Doctor en Derecho Constitucional por la Universidad Complutense de Madrid. Docente de postgrado en varias universidades centroamericanas durante más de quince años. Premio de poesía Universidad de Navarra, con el poemario Hipótesis del amor, 1979. Finalista del Primer Concurso de Poesía Botón Charro (Salamanca), por el poema Tríptico de la noche. Tiene publicados poemas y artículos en distintos medios impresos y virtuales tanto de España como de Nicaragua. Premio Andrés Bello, Academia Hispanoamericana de Buenas Letras, Madrid 2018.
Libros:
Perfil del olvido. Antología personal (1976-2012). Foro Nicaragüense de Cultura. Managua, 2013.
Estigmas de silencio. Poemas (1971-1976). Editorial Amarante. Salamanca, 2014.
Poética de la simpleza. Editorial Amarante. Salamanca, 2014
Color de luz, Morada al Sur, Colección de poesía latinoamericana, Ediciones Hespérides, Mar Del Plata Argentina 2019.
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Las imágenes que acompañan los poemas son obra del artista plástico EDILBERTO SIERRA (Bogotá 1956). Maestro de Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Colombia. Ha expuesto en España, Francia, Italia, Alemania, Bélgica, México, Cuba, Puerto Rico, Brasil. Es autor de Papeles para un voyerista binario, Fragmentos para una historia continua, Materiales para ensamblar un ángel. Es profesor de artes de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y del Ce-art de Bogotá.
El poeta Gonzalo Márquez Cristo dice de él y de su arte: «Su pintura transcurre, el deseo sigue su itinerario laberíntico, los ojos se desprenden, los pies caminan sobre el agua… Nos hace comprender que el erotismo siempre es un viaje hacia el centro, que las caricias se hacen por debajo de la carne, que la vida es un acto de trapecistas, que a veces la sangre se convierte en arcoiris».
Registrar el universo por el respaldo, acumular todos los datos posibles de la harija y la pátina, preparar el informe de las imágenes que nunca existieron y pensar que se inventa.
Sortear la pena de no crear, producir siluetas enteramente echadas a perder, dejar que un texto muera sin lector inventado y soñar que el viento puede descifrar el amor.
Dejar versos en la espalda de un muerto, dejar caer una letra como si fuera una porcelana y sentir en un cuerpo dormido el calor de la ternura.
Vivir los días creciendo o casi consumiendo, acumularlos para la fecha festiva de las márgenes y oír que tienen nombre, que se van llenando de fantasmas.
Construir un propósito al levantarse para poder caminar seguro del suelo. Sospechar que hace falta algo para que sea completo el humano que dejamos de acicalar en el baño.
Concentrar entre los ojos una promesa, dar por sentada toda la experiencia y saber que está vacío, todavía, el gesto para sonreírle algún día a los recuerdos.
Escribir, escribir hasta que comencemos a aparecer entre las cosas.
LAS COSAS QUE APRENDÍ
Aprendí que siempre se muere solo y que la agonía es la intimidad más reveladora.
Aprendí, que a veces, es mejor sólo desaparecer, volverse un desconocido para que todos puedan estar bien.
Aprendí que la libertad sólo puede estar en la distancia y que sentirse insatisfecho es una condición feliz para poder encontrarse.
Aprendí que el nacimiento siempre es un golpe de azar que conlleva todas las entregas y que la mejor forma de ser responsable con la vida es intentando ser uno mismo.
Aprendí que hay muchas cosas que no valen absolutamente nada y que muchas de ellas, sólo sirven para perder el camino, pero por sobre todas las cosas, aprendí que se debe luchar, pero no hasta la muerte, sino hasta el momento oportuno para poder dejar una historia. Aprendí que las mejores historias, nunca terminan.
Mi poesía es la infancia, los caracoles dormidos escuchando la lluvia, las melancólicas crisálidas colgadas como hamacas en mitad de la noche.
Mi poesía es la infancia, escondida en los armarios, buscando refugio al dolor de estar vivo entre las balas.
Yo tengo una cara arrasada para decirle a los juegos de las maras y el barrilete que las cicatrices sanaron para dejar marcas de protesta ante el olvido.
Hay un inventario escondido entre la tierra y una pistola de fulminantes esperando a que regresen los indios.
Hay un juguete para nombrar todo el desconsuelo.
Yo he desenterrado muchas veces el milagro que temblaba en mi mano como un polluelo.
Mi poesía es la infancia, que mira lela los telegramas resplandecientes escritos por los fusiles.
Todo ese murmullo son los mitos que quedaron confundidos ante el horror.
Yo vuelvo a la infancia para decir silencio.
Yo hablo de unas manos encalambradas de tanto rezo entre los labios.
Yo vuelvo a la infancia, a casas con laberintos felices de comején y hormigas buscando las melcochas.
Yo vuelvo a la infancia para recobrar los juegos y el coraje.
En mis ojos, sigue un niño columpiándose entre los Poma Rosas, un niño que sabe del campo, de las sutiles lluvias del asombro.
DIENTE DE LEÓN
Copito de nieve le decíamos y soplábamos los sueños con nuestros labios niños.
Muchas de las cipselas planearon, lo mejor que pudieron, hasta encontrar la tierra: el mullido amor que llamamos barro y que sirve para medir nuestro destino.
Fuiste mota en la nariz de un elefante la mejor manera de anhelar un beso o esperar una historia.
Has crecido en los bordes olvidados, en los lugares que van tomando nombre de callejón, baldío, frontera. Te he visto florecer en los campos como una invasión y en las orillas de una alcantarilla como el último intento de la belleza. Mañana crecerás sobre mi tumba, cuando todos hayan muerto.
He aprendido, de algún modo, a arribar a la claridad. Soy bastante material, cuarzo, leño, hojarasca y lágrimas.
Me miro al espejo y presiento que algo va arder de un momento a otro entre mis grietas.
Bajo la condición más cercana a la lluvia, he confabulado otras palabras para rehacer mi origen.
Alguien, me dio el amor, y lo abracé con todas mis fuerzas para salvar el mundo mas, nada ha parecido legítimo y he tenido que entregar muchas cuentas a la desolación.
En las orillas he logrado mis más cándidos naufragios.
Sólo soy alguien, que ha intentado inventariar las largas distancias del silencio. He recorrido la existencia como si estuviera visitando un recuerdo y he ido de un lugar a otro colgando mi fantasma entre los huesos. Tengo el corazón encandilado.
Quizás llegué inadecuadamente.
Este revoltijo de amaneceres no era todavía para gastarlo, pero ya no hay salida vine a despertar entre las cosas.
LO QUE EL OJO DEJÓ ATRÁS
He destrozado todos los tributos, las formas amables del resguardo.
He vaciado el nombre que me otorgaron, las cruentas persistencias del afecto y todo lo que podía sostenerme entre los huesos.
He huido, atizado por un fuego lejano, por la avaricia de cierto furor fugitivo. He huido como la resaca, como un niño asustado y he impuesto un dolor, la inevitable forma de la angustia.
Ahora tengo una masa de días para aburrirme, para entablar una soledad, y en ella, la insistencia de buscar el intuido sabor de una libertad más concebida a mi medida.
El ejercicio del desalojo promueve el abatimiento, produce una úlcera que arde con cada recuerdo, es como la agonía de una chispa, como el abismo de una hoja. No tengo el artificio para dejar quietos los fantasmas. Todo me arrastra hacia los tiernos lugares del origen. He provocado mi destino y cuando he tenido que invocar un Dios no he dudado en la gratitud del amor, en la inmensa y salvaje forma que tiene una caricia.
He insistido en la más personal versión de mí mismo, sin embargo, cuánto duele, cuánto cuesta no dañar, partir sin dejar rastro. Ver hacia la tierra de la infancia y no soltar el llanto.
Lo que el ojo dejó atrás se parece mucho a la tristeza y camino como un vagabundo, tantas horas, tantas veces, entre la niebla y el silencio llevando a cuestas el fuego como si de un fugitivo farolero se tratara. No sé qué calle es la que hay que iluminar para terminar conmigo.
Era la biblioteca, los libros como piedras preciosas. Bajo la superficie de esos cristales silenciosos un niño aprendió la letra cursiva para cortejar la primera revelación. Nadie conoce de los colores que pude observar en las tardes trepado a un Pomarrosa y sin embargo, dejé tentáculos arribando como piezas de museo en la memoria. Cada letra y cada dibujo constituyen la forma más feliz de la soledad. Desde un rincón perdido, en la infancia, lograba las primeras versiones de la errancia. Ahora, cada vez que me sorprendo en el espejo, un animal me mira sin miedo luego desaparece, en lo más profundo, dejando una mancha oscura en el aire.
ELEGÍA PARA MIS CANICAS
Pocos tenían una canica de vidrio transparente, pero habíamos los de las maras cristal puro, fundido para cubrir, en el centro mismo, unas vetas, unos colores deslizándose, otorgándole belleza. Esferas sagradas, como talismanes escondidos en los bolsillos dando tanto poder al saco de oro; qué ambiciosos éramos entonces, qué piedras preciosas mostrábamos como joyas y nuestra canica, contra los balines, contra los negros yunques del desprecio. Pocos saben del serio asunto en que nos metíamos cuando de jugar boliche se trataba la Troya era una verdadera guerra y entonces, comprendíamos mejor a Homero con sus reliquias cantando. ¿Dónde estarán las canicas de la infancia, en qué mano alumbrarán como una estrella?
POEMA PARA RECORDAR A UN HOMBRE QUE EVOCABA EL FUTURO
Debajo de las cinco de la tarde cuando los eucaliptos del viejo camino de la choza comenzaban a recoger sus golondrinas los dos calderos alquímicos de sus ojos salían a atisbar la piedra filosofal de la tarde. La mirada ágata empezaba a alargarse hasta herir el lomo de las nubes y el ocaso, desangrándose en un anaranjado violento hurtaba todos los colores al bosque.
La madera, a veces, aún cruje cuando siente llegar la brisa, que escurridiza, se desflora por entre los sueños de los bueyes dormidos: presiente la sombra del agorero a través del corredor, su respiración buscando el mutismo ansioso de los niños.
Siempre había delante de la terraza un silbido siniestro que daba la bienvenida a su voz de patriarca. Los mechones ahumados de sus cejas y sus barbas resplandecían como un lengua de fuego en la fogata. Todos buscábamos, sentados en el suelo, el calor tierno de la noche y los ojos nos brillaban como rubíes asustados, encandelillados por sorpresa ante su presencia.
Las sombras danzaban o cruzaban sobre el espíritu de las yeguas que estaban pariendo en el establo y un escalofrió color silencio nos bañaba la piel hasta convertirnos en un muñón de nervios abrazados. Su rostro perdía la humana sensación de la vida y entre las palabras parecía buscar de nuevo el regreso hasta su infancia.
Alguna vez dijo que en el solar estaba enterrada la calavera de un animal mitológico: un esqueleto que le había dado por enterrarse debajo de la fragancia de los seres que sólo él había recobrado del olvido.
La anciana bruja de la cocina nos decía, mientras salaba los pescados, que las cicatrices en las palmas de las manos se las había hecho un hojarasquín del monte y desde entonces nadie podía negar su poder de bestia obsesionada por la siembra. Muchos en la taberna del pueblo solían brindar por el abuelo levantaban sus botellas repletas de cerveza e imitando el vuelo de las luciérnagas escupían a las moscas dormidas en el mostrador creyendo que de veraz alcanzaban a figurar con inocencia un poco de la silueta pasada del anciano.
Nadie supo nunca de dónde vino, mas pronto se enamoraron de su ancha espalda con la cual podía echarse el pueblo a cuestas.
Siempre cargaba un pincel y toda la gente lo buscaba para que dejara la sombra de sus ancestros conversando para siempre en las salas de las casas.
Cuando hablaba de su pasado, solía callar y silbar y los años parecían, de pronto, ante su sola figura escabullirse como animales asustados. Cojeaba Como si pisoteara ángeles rebeldes y sus gestos le transformaban el semblante hasta convertirle los labios en oscuridad y aullido, pero a la luz de la acuclillada fogata nuestro viejo era más amable y su sombrero parecía una vieja lechuza descansando en su cabeza.
Sus palabras nos llevaban a navegar sobre lomos de cebúes que habían logrado aprender el lenguaje de las garzas. Miles de patrias fueron descritas con su palabra que, en los inviernos, engendraba el arrullo y el beso en nuestra frente.
A nuestro lado su sonrisa parecía señalarnos el día en que seriamos hombres: esa impecable entrada del juego nos presagiaba el final de una historia y a la vez, nos preparaba para toda su estatura. Su ancho poncho jugueteaba entre nosotros como un fantasma poseído por la risa y el viejo con sus manos de Dios nos alzaba hasta sus hombros para mostrarnos desde allí la inmensidad de la tiniebla.
Su ronca voz acallaba el bosque y todas sus criaturas y los niños pronto sabíamos que era hora de ir a soñar con el recuerdo de su credo.
Siempre se percataba de que todo quedara en orden: la casa, la anciana bruja de la cocina, los niños, el bosque y nuestro sueño, y como si algo le faltara, atizaba de nuevo el fuego en la fogata, y comenzaba con sueño a buscarse entre sus cuentos.
Yo que tengo por costumbre esta manía, esta verborrea pegada como cuero roto entre los labios, yo que grito y berreo hasta ponerme hinchado el corazón y los puños morados de tanto darle a nada y resentido.
Yo que me levanto a veces con cierta repugnancia arrinconada y susurrando, tengo que decir, que no es veneno lo que pasa sino un sabor originario que a veces nos pone a todos de luto hasta los sueños.
Esto de tener que vivir como saliendo a escena (como porfiando viento, muecas de fastidio entre los ojos), es apenas un motivo para echarle fuego hasta la sombra.
La vaina sencilla de levantarme con fastidio, de saber que vuelvo al ruedo aniquilando quejas tiene cierta insistencia de aguja punzado la carne o cualquier cosa que posibilite un grito.
Es que crecer, de pronto, con el olor de la sangre a ras de aliento es como ponerse a recordar lo echado a perder entre los sueños.
Que lo serio es esto; ponerse a vivir como si fuera cierto.
Llevar del pescuezo y a rastras, la sonrisa de hipócrita al trabajo, ponerse a hacer familia; abultar con cansancio las rutinas, llegar como despierto hasta un domingo; ponerse a mirar los días como si fueran diplomas colgados en el pecho y llorar, hasta reventar la sombra como pompa de jabón entre los dedos.
Es que gritar así no lleva a cuento sino a meras certezas de cuchillo. Es esa rasquiña, esa esquirla poniendo rojo el desespero.
Yo tengo esta manía, este desagrado hacia el reloj de las esquinas, esta gana de bajarme del mundo para siempre, de ponerle tarjeta de vencido a la mueca de amor que me vendieron.
Es que cargar de pronto con tanto lío de silencios perpetrando ciertas decepciones, con el capricho de saludar amigos y encontrar sorpresas como si fueran rostros, le vuelve arisca el alma a uno, le carga con fastidio las cobijas. Yo tengo desgarrado algo que se me sale, a veces, a maldecir los días; la sensación de no hallarme, la negación del tiempo haciendo estragos en mis huesos.
Es que uno, a veces, se levanta muerto rajado a la mitad, apenas floreciendo monotonías y bostezando hastíos.
Es que uno, a veces, se echa a podrirse encima de contritos desalientos, se nos eriza el compungido o una gana de rompernos las entrañas nos pone a mirar cualquier soledad con odio hasta estallar lamentos.
Es que a veces, yo, como cualquiera, enervado con ciertas cosas que le sacan filo a la tristeza me pongo en el oficio de desollar el llanto.
Escribir muy despacio para tener conciencia de la palabra que palpita.
Ser testigo de una hoja convirtiéndose en hojarasca.
Admirar la trasparencia que hace posible el color entre las cosas.
Resumir todos los versos y dejar solo la palabra inevitable.
¿Por qué sufro? hay tantos escombros y rostros en pánico, tantos patios donde siempre está el caracol y el lirio de lluvia.
Solares con muros de adobe y niños acuclillados buscando el silencio, es un óleo que jamás he logrado mirar desde el fondo; como la mujer asomada a la ventana o el acordeón presagiando la agonía.
Yo sufro y es amable este dolor de no hallarme, de buscarme o verme, de reflejar la cara estupefacta, enardecida y repleta de cansancio.
Me seduce el terror que sale como enredadera de los ojos, el mutismo con que reto el cristal y la presencia misma que abisma.
Hay otro en mi pupila un pozo, una profunda salida que no logro. Y estoy huyendo siempre.
Puentes colgantes que van de mi desolación hasta la habitación de la infancia. La fotografía de un niño sabiéndose recuerdo. Un ojo asustado, esa es la metáfora moderna.
Hablo de los años cuando el hombre encendía el fuego para contar historias. Digo que todo es penumbra, miedo a las sombras, a los espectros que nacen de la duda y la inocencia. Lo mejor era estallar. Besar el rostro de alguien entregando la presencia de la fe como algo natural que ocurre entre dos estrellas que pasan cada una hacia el olvido.
Yo me rompo, me agrieto hasta ser pedazo de barro reseco o pútrido desierto. Pero a veces se posa en mi resequedad una mariposa; de esas terribles cosas hablo. Días poéticos como pestañas entornando el tiempo y las ganas del cariño.
Quiero un detalle del pabellón de mi oreja, tener mi espalda de frente entre mis manos, llegar a los lugares imprecisos e imposibles de mi cuerpo; ese territorio que me basta para decir que no se conoce nada.
Y yo que tengo una apariencia, un racimo de necesidades como cascabeles colgando en una cuna vacía.
Quiero empacar mis pensamientos al vacío y en este verso escribir un espacio para decir que callo.
Hay relojes que no marcan nada y otros que insisten en ver algo que le hace falta a alguien para morir tranquilo.
Uno a veces marca vidas como si se tratara de dejar testigos de la desolación y son seres que llevan el desplazamiento palpable en la tristeza y esperan a la entrada de los cafés como si atisbaran una ausencia.
Es que todo, a veces, pareciera resumirse en aguardar las despedidas.
EPITAFIO
Porque quise la libertad, el aire, la misma muerte. Porque no me avergonzó ser un hombre, porque tuve el amor y los sueños y la soledad entre mis manos. Porque estuve vivo y dormí. Porque sentí el mundo con su historia insepulta. Porque el tiempo me fue llenando la memoria de recuerdos y de sensaciones inolvidables. Porque fui testigo de un arco iris y una luna llena. Porque comprendí el silencio tierno de los animales y jugué con las nubes. Porque observé el milagro de una crisálida y sentí el latir del corazón de un colibrí. Porque di nombre a las cosas y llené de dicha el alma de una mujer con caricias. Porque creí en Dios y en el Diablo y sin embargo, esperé siempre la nada. Porque lloré y reí y tuve orgasmos y sentí el presentimiento de develar un misterio. Porque fui feliz simplemente, por eso, porque mi tumba es un árbol y su aroma es el sándalo.
Bogotá, 1981. Licenciado en Psicología y Pedagogía con énfasis en Educación Comunitaria de la Universidad Pedagógica Nacional y experto en Lectura competente, de la Fundación Alberto Merani. Ha publicado los libros de poesía Las cosas que aprendí (Seshat ediciones, 2016; sello Uniediciones, 2018 y Seshat editorial, 2019); de ensayo; Razones de sobra (Uniediciones 2018), Murmullos de la intimidad (Uniediciones 2018) y la antología Depredación. Antología inusual de cuento colombiano contemporáneo (Seshat ediciones, 2017, Uniediciones, 2018). Sus artículos y colaboraciones en revistas nacionales e internacionales son: Fabulistas de la intimidad, revista Quimera, España, número especial de Navidad, 325; Mitológicas, revista Asterión No XLII y Raúl Gómez Jattin: la poesía como necesidad, revista Rara-Avis, Universidad Pedagógica Nacional, Nº 7-8, enero-diciembre de 2006. Ha sido catalogado en el centro virtual de la biblioteca University Harward y en el centro virtual de la Organización de los Estados Iberoamericanos (OEI). Su diatriba contra Rilke fue dada a conocer en el portal Renata del Ministerio de Cultura de Bogotá en el 2010. Una pequeña muestra de su obra poética fue publicada en la antología Nueva visión de autores cundinamarqueses (Editorial Gobernación de Cundinamarca, 2001). Su estudio Fabulistas de la Intimidad; Los Auténticos Extraviados, se publicó en la página virtual About, poesía en español de Nueva York y la colección de poemas Aridez en la revista Magazine Entremares de Alemania. Muchos de sus cuentos y ensayos han aparecido en varios sitios web de literatura como La raíz invertida, El cráneo de Pangea, Poetas del siglo XXI, Letralia, Claroscuro, Palabras esenciales, Revista Corónica, Macondo literario, Magazín del Espectador, Centro cultural Tina Modotti, entre otros.
Es el director, editor, diagramador y diseñador del Proyecto-Taller Seshat Editorial, además creó y dirigió la colección Textos Cautivos de autores nacionales e internacionales que apareció en el sello Uniediciones durante el año 2018; la colección Obra abierta de poesía en lengua castellana que recoge a una gran muestra de autores hispanoamericanos en el sello Proyecto-taller Seshat editorial y la colección Lector in fábula de autores inéditos.
Dirige el taller Muyquyta en Bogotá desde el año 2017. En el panorama nacional como gestor cultural es reconocido por ser director de: La voz del poeta, programa de entrevistas; El poeta tiene la palabra, reuniones con escritores; Debatiendo, exposiciones de temas culturales; Cine club Goya, cine-foros independientes; Anábasis, conversatorios culturales; Argo, conferencias; La gruta de las palabras, colecciones de poemas de autores latinoamericanos; Entrevistas especiales e Historias de Jazz y blues, programas radiales; y Léeme un cuento, historias del mundo entero para niños.
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Las Ilustraciones que acompañan los poemas son del artista plástico tunjano Jaime Forero. Alberto Motta Marroquín dice de él:
ENCUENTROS
El pensamiento artístico de Forero permanentemente asocia, y su espíritu futurista se reconoce a través de la intuición. Duda de las afirmaciones plásticas de ayer y se apoya en los niños, los poetas y los primitivos. Jaime Forero es un explorador del interior en lo exterior y la autoexpresion ilumina la atmósfera actual de ansiedad y desencanto; las vivencias anímicas de Jaime Forero dan origen a una creación plástica que invade al espectador con una energía que despierta la imaginación y acrecienta la sensibilidad. Aún compañero con el que tímidamente encontramos y elaboramos para otros y otras imágenes fijas y en movimiento. Amigo que ataca la envidia y el odio con versos, nubes, cacharros, y ternura.
Un largo, un oscuro salón tal vez la infancia Aurelio Arturo
En el celaje del relámpago hallé el camino de la infancia un corredor apacible un patio súbito de encantos el escondite secreto de esos días cantados en la algarabía de la tarde
Infancia ungida con hierbas y asombros en el filo de la luz con una ronda de pocas voces
Sólo éramos tres anudando miedos en el reclamo del trueno en la desolación de los espejos en los baúles y su abandono Sólo éramos tres en medio de la tarde en el corazón de la noche
MEMORIA DEL VUELO
Con los últimos pájaros viaja la tarde buscamos en el ocaso vestigio de otras alas rutas desconocidas del viento Una roca nos muestra la caverna los dioses nos regalaron el fuego la memoria del vuelo Hoy buscamos entre huellas indecisas un manojo de plumas su renuncia que nos duele el eco triste del canto que perdimos.
Un silencio sostenido despierta los pasos del abuelo Tránsito del tiempo en esta casa que me habita
SIN REGRESO
Como ave que cruza la noche y aloja en la oscuridad su canto la sombra vaga de espaldas a la luna con sigilo desanda las esquinas danza entre cuerdas que amenazan una horca probable Seducidos por la niebla guiados por luciérnagas acuden los sonámbulos al patíbulo.
ITINERARIO
Transcurren los días el polvo y la sed de los caminos Buscamos con afán en el barro y en la espiga madura nuestra esencia y sus orígenes
Asumimos el instante como nacimiento de un itinerario sin retorno posamos con premura la fatiga en el rastro de la sombra en la epifanía del milagro Mientras un dios nos reinventa bebemos el temblor de la lluvia desciframos el diálogo de la brisa en los bambúes y el secreto silencio de sabernos solos en la revelación del misterio en la certeza de estar vivos muriendo.
Señor Me daría igual un trino el canto del gallo el grito empedrado de una carreta para romper el hilo de esta noche que tiene sabor a miedo y a orígenes permíteme encontrar un puñado de cenizas que me revelen para qué esta errancia de orillas inciertas sin rincones probables para soñar sin estaciones para la risa y la cosecha sin rutas para que la soledad cabalgue y arrase a este ejército ciego de ángeles que somos
Señor en la terquedad de mi rastro te ofrezco lo que hallé al final de esta noche un manojo de olores moribundos un desvelo alucinado por la lluvia que hiere su cuenco infinito y esta espera larga y confesada al ángel que ha de colocar en mis manos un poco de aquella ceniza que siéndome conocida insiste en negarme
Vivir no es otra cosa que arder en preguntas Antonin Artaud
Bajo la lluvia de la tarde un niño traduce la transparencia suspendida un repentino milagro el arcoíris Pinta en los alares en el paraguas de la abuela plumas de un canto triste turpial herido en el relámpago Confiesa a la rama estremecida el secreto de la brisa la memoria de otra edad el color del miedo de un tiempo en la cicatriz y su dolor no resuelto Echa a navegar en el temblor del agua su botella de náufrago sus preguntas Tal vez alcance la otra orilla naufrague en el horizonte contemplado aviste la tierra prometida el espejismo acaso un dios rescate para el sueño del hombre la respuesta del viento ¿Quién nos vigila desde el revés de los espejos? ¿Por qué nos reclama en la sombra la luz presentida? ¿Cuándo será revelado en los baúles el abandono de nuestro retrato? ¿En qué paraje del bosque seremos rescatados del cosmos y su intemperie? ¿Desde qué orilla nos confesarán el destino de sed de este barro inconcluso?
CREO EN LA LUZ Y EN LOS ASOMBROS
Detuve mi partida por creerle a la luz y confirmó mis asombros El murmullo de la eternidad aprisiona el caracol Voces se hacen huella en la edad de la tierra resplandor que bebió la luciérnaga para lanzarlo como fulgor a los cerezos y posarlo en la manga de mi camisa
Descifro los hilos del tiempo en el nido de los pájaros los enigmas del cosmos en sus cantos en el temblor del agua tus miedos milenarios Mis sombras desandan la noche los orígenes que se escurren como agua de acequia
Fragilidad del barro en la hierba y el árbol declinan en las urgencias que aniquilan y nos prolongan Sobre este instante altísimo todo lo entiendo Somos mar somos sangre galopando y un grito que zozobra.
PRIMICIA DE LA SOMBRA
Luz presentida en la orilla del milagro el rastro del miedo un llanto legítimo que apaga esta cuota de cenizas.
Se me antoja cantar el abandono en la víspera del miedo en el insoportable filo del enigma Anunciar un dolor legítimo en la orilla del invierno y su relámpago terrible cuando clama un pedazo de noche para su naufragio en el espejo Descubrir el abrazo de infinito en el último grito de mi sangre su presagio en los límites del exilio Deshojar la perplejidad que canta el asombro de encontrarme negado en la soledad de la muerte en la impunidad del olvido
PARA OTROS VIENTOS
¿Qué haré? Cuando la mañana ocurra lenta de palomas cuando la brisa no sea más que un presagio en el celofán de la libélula y las mariposas y su danza sólo sean una ilusión solariega cuando en el alar de la casa se detengan las sombras y el tiempo se ahorque en el eco del silencio cuando mi madre decida recoger el viento en sus faldas y sus pasos sean niebla en la orilla blanca de los heliotropos cuando la lluvia no bañe mis predios y naufrague la luna en el aljibe de siempre cuando alejes tu vuelo de mi cielo y le prestes alas a otros vientos ¿qué haré?
INFANCIA
En un barco de papel naufragan mis sueños y la noche
Arjona, Bolívar, Colombia, 1960. Licenciado en Ciencias de la Educación / Biología Química de la Universidad del Atlántico. Ganador del Concurso de poesía Casa Silva en Cartagena, 1993. Premio de poesía Jorge Luis Borges (Universidad del Magdalena, 1995). Premio de poesía del Caribe Colombiano (Universidad del Magdalena, 1998). Primera mención Concurso Nacional de poesía Gustavo Ibarra Merlano, 2005. Autor de los poemarios: De luna y piel en otro ámbito, Secretaría de Educación Distrital Cartagena (1996). Estación del instante, Colección los conjurados, Común Presencia Editores, Bogotá (2007). Cofundador del taller literario Encuentro con la Palabra. Aparece, entre otras en las Antologías de poesía colombiana Nuevas voces de fin de siglo, de Gustavo Revelo, 1999. Poesía Colombiana, de Iván Beltrán Castillo, Fundación editorial el perro y la rana, Caracas Venezuela (2008). Cincuenta poetas Colombianos y una antología Ediciones Caza de libros, Ibagué Colombia 2010.
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Las imágenes que acompañan los poemas son obra de BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ (Pitalito, Colombia, 1946), novelista, cuentista, poeta y artista plástico. Cuentos suyos han sido traducidos al francés, al alemán, al italiano y al inglés. En la actualidad vive en Ibagué. Es columnista del diario El Nuevo Día. Puede ver obra suya y leer algunos de sus poemas AQUÍ.
Bajo tanta lluvia de Dios te recuerdo camino de la aldea, llevando de la mano un niño asombrado, tu rostro sereno, tu sonrisa; mientras el río se inflama, ruge; crece arrastrando a su paso la tarde que se desploma entera, el viento, la montaña, la aldea toda. Memoria erguida en una garza.
PUENTE
Para alcanzar la otra orilla del sueño, es preciso tender un puente de metales y brebajes, sobre el vacío tembloroso de la noche, dispuesto a resistir el peso de las huellas, que pueda mantener el equilibrio de la memoria, capaz de esquivar la bruma de los abismos. Es necesario atizar el fuego, afilar los cuchillos, atrapar el grito con las manos desnudas. Para alcanzar la otra orilla del sueño, pesadilla del sol, es prudente tender un puente de hechizos y milagros, ignorar la llave, el hilo extraviado en el ojo de la aguja, aceptar en silencio el asombro y el arcano. Es ahora que despierta la vigilia.
NOCHE DEL CAMINO
Vestida de follaje huyendo de lejanas intemperies ha llegado hasta mi alcoba para que la desnude la abrace la cubra de fuego
Noche del camino
Apretada a mi cuerpo cálido ahora duerme visita el paraíso
El tiempo resbala, escapa por entre los curtidos dedos del anticuario Él precisa la edad de los objetos tasa el polvo que cubre su existencia Risa y llanto de lejanos dueños habitan este mueble tenue luz de hogar se agita en esa lámpara imagen de la niña que fue en el espejo El piano recorre, discurre por notas de Chopin o de Beethoven y la tienda se puebla de ausentes Hay un lugar dispuesto para todos en el comedor de cedro donde cenaron los héroes antes y después de las batallas Hálito de vida en cada cosa respiración, vaho, latido desfile de siluetas invisibles siglos que observan en la sombra Un concierto de voces y murmullos asalta cada noche la tienda del anticuario Él precisa la edad de los objetos mide la herrumbre que calla su silencio Allí los estribos con aire de galope los floreros de Eros o Thanatos la máquina en que el poeta escribiera nocturnos memorables los jarrones de plata, los pebeteros los candelabros la silla de Van Gogh que contiene el mundo El tiempo resbala, escapa Candil que alumbra los rincones de la infancia ¿dónde el baúl en que Abuela atesoró sus más íntimos recuerdos?
ARCANO
Dueños del cuchillo y de la herida, llevamos un crimen en la traición, en la voz apagada. En el juego de la vida, cada cual guarda su as, su comodín. Arcano del silencio, ave nocturna, guardián de lo indecible.
De los escombros elige el que te guste Hay azules, cielo despejado para aquellos que sueñan paraísos donde la luz no alcanza Hay verdes, como el vientre del bosque colmados de hojas y de alas Los hay rojos como la espina la gota de polvo o de fuego en cada verso, en todo vino De los escombros elige el que te guste Hay variedad de grises olor a bruma El negro escondido en algún lugar de la tiniebla El blanco páramo El que inventa el calor de la canícula Puedes llevar los colores del sol y de la flor acaso el lila, el magenta, el rosa Puedes llevar los colores de la luna y la semilla los oscuros colores de la tierra Puedes llevar el amarillo dorado como el alba o la tarde como fruto maduro como ese viento que danza en los trigales De los escombros elige el que te guste Sólo tú sabes el color de tu miseria
FISURAS
Todo escombro tiene su precio. Vale lo que mide o pesa y es metal herrumbroso en horas de consumo, guerras, holocaustos. Sacrificio en tierra ajena, exilio del sueño que atesora, cofre de milagros, historia mancillada como virgen de clausura. Todo escombro tiene su precio. Ruina o esplendor en los matices del blanco, acaso ilumine este camino que bordea las fisuras de la noche.
DE NUEVO
Por la escalera del deseo, del séptimo al primer piso. No hay daño, sólo contusión de fuego. Ningún reproche. Nada reclaman las esquinas, la luz, las lámparas, los muros que advierten las palabras. Nada dicen la escalera, el deseo ni el recién lavado primer piso. Ayer la conciencia destrozada, dolor de filo, altar de miedo, ensimismadas siluetas en la noche. De nuevo la caída. Por la escalera de la culpa siete pisos, buscando la inocencia.
Armero-Guayabal, Tolima, Colombia, 1954. Poeta y ensayista. Abogado de la Universidad Libre. Premio Dámaso Alonso, Academia Hispanoamericana de Buenas Letras, Madrid 2017. Es representante en Colombia de la Unión Mundial de Poetas. Fue dirigente por varios años de una organización profesional del sector financiero. Autor de los libros de poesía: Pájaro azul, 1994; La noche del árbol, 1998; Ciega luz, 2004; Sombra embestida, 2007; En la curva del río, Antología, 2009; Tríptico de la luz, Antología personal, 2010; El tiempo que nos resta, 2014; Restauración del fuego 2016; Flor de precipicio, 2019. Incluido, entre otras, en las antologías Poetas Siglo XXI de Prometeo Madrid, 2007; Antología universal de Poesía Siglo Veintiuno de Fernando Sabido de España, 2008; Poesía colombiana Editorial el Perro y la rana de Venezuela, 2008; Revista Letralia de Venezuela, 2009; Poesía colombiana 1931-2011 de Fabio Jurado Valencia, 2011; Poetas colombianos siglo XXI Antología bilingüe (español-francés) de Myriam Montoya, París 2018; Los sueños se aman, Casa del Poeta peruano, Lima 2018; Entra – Mar, Sakura Ediciones, 2018, Su obra ha sido parcialmente traducida al francés, inglés y portugués. Respira y escribe en Bogotá.
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Las imágenes que acompañan a los poemas son del artista plástico colombiano Edilberto Sierra (Bogotá 1956). Maestro en Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Colombia. Ha expuesto en España, Francia, Italia, Alemania, Bélgica, México, Cuba, Puerto Rico, y Brasil. Profesor de Artes de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
NOTA BIOGRÁFICA. Eugenia Sánchez Nieto (Bogotá, Colombia, 1953). Título de Filosofía, Universidad Nacional, Bogotá, Colombia, 1987. Especialista en Administración y Planeación del Desarrollo Regional Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia, 1993. Dirigió el Programa Página Impar de la Unión Nacional de Escritores, que se transmitió por la Radiodifusora Nacional de Colombia, (1990-1997). Libros publicados: Que Venga El tiempo Que Nos Prenda, Ulrika Editores, Bogotá, Colombia, 1985; Con La Venia De Los Heliotropos, Ulrika Editores, Bogotá, Colombia, 1990; Las Puertas De Lo Invisible, (Cuaderno), Centro Colombo Americano, Bogotá, Colombia,1993; Visibles Ademanes, (Cuaderno), Colección Viernes de Poesía, Universidad Nacional, Bogotá, Colombia, 2004; Dominios Cruzados, Colección 50 poetas colombianos, Caza de Libros, Ibagué, Colombia, 2010; Visibles Ademanes – Antología – Colección Un Libro Por Centavos, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, Colombia, 2013; Lo Inasible (Libro Digital) Publicado por NTC, Gabriel Ruiz, Cali, 2016. Diversos premios de poesía; publicaciones en revista y antologías nacionales e internacionales.