ESCRITORES COLOMBIANOS

ÚLTIMA ESQUINA Y OTROS CUENTOS | David Pulido

Foto |©Archivo particular

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Diez microrelatos
ÚLTIMA ESQUINA Y OTROS CUENTOS
(2023)

 

1

La descripción de belleza se escondía cada vez más profundo en algo que ni en su momento ni antes tenía justificación, solo que ahora, por una leve compasión, podía llegar a ser necesario. Se maquillaba según la apariencia que recordaba poseer, la misma por lo que daría todo, la misma que nunca volvería a ver sin importar lo que hiciera.

 

2

El barrio olía terrible, provenía de la vieja casa, los vecinos no aguantaron y llamaron a la policía para que investigara el mismo lugar en que hacía semanas el señor González mató a su esposa y luego se suicidó. Una vez entraron, encontraron a Pablito metido en el cajón de una cama, con una foto familiar en sus manos y ahora hacía su proceso de descomposición. Pablo era un niño autista, mamá le había pedido que no saliera hasta que ella pudiera arreglarse con el iracundo padre, ella lo sacaría cuando estuviera bien, de lo contrario, debía permanecer quieto y en silencio todo el tiempo, sin importar lo que pasara.

 

 

 

3

Recién llegaba; una maleta, su guitarra, y grandísimas expectativas por cumplir sus sueños. Se había bajado en el terminal y caminó media hora sin rumbo, hasta que, agotado, hizo una pausa en la fuente de la plazoleta principal, tomó una gran bocanada de aire para luego suspirarlo, tan pronto exhalaba, vio ese monstruo de ciudad a la que se enfrentaría: cientos de edificios, muchísimas luces, ruido, miles de almas con historias propias, tráfico, ínfulas de poder, élites, miedos… todo esto le generaba incertidumbre al enfrentarse a sí mismo, pero estaba seguro de que lo iba a lograr; entre él y ese gigante, él sería el ganador.

 

4

Estaba sentada tomándome el té de las 4, cuando de pronto, el anciano misterioso de ropas elegantes, sucias y rotas que había visto hacía un rato, se me acercó y me dijo: Hola, señorita, soy Napolito, me perdí hace un par de calles y necesito volver a mi residencia, no sé cómo llegar ni con quién contactarme; exactamente no sé decirte dónde se ubica mi lugar, solo recuerdo que a la entrada y a la salida del sitio hay un enorme cartel que dice “Donde terminan las vanidades del mundo”. ¿Me podrías ayudar a volver?, añoro estar listo para la visita dominguera de mi familia.

 

5

Me acababa de subir al metro que venía de Buenos Aires, antes de Montevideo y ahora andaba por Santiago; iría hacia Sucre, luego Brasilia, y así uno a uno hasta culminar el recorrido cerca a Nuuk, donde luego se movilizaría recogiendo a isleños para llegar pronto hacia la vieja Europa y hacer allí también su barrido. Era un metro global, extraño, gigante, había todo tipo de pasajeros: blancos, negros; devotos, ateos; omnívoros, veganos; viejos, niños; hombres, mujeres; buenos malos; había de todo, pero ninguno sabía cuál sería su destino, ninguno podría bajarse, por más que quisiéramos estábamos condenados a permanecer en ese último metro.

 

 

6

Hola, fue lo que dijo cuando interrumpió mi café matutino en el viejo Salamandra, guardé mi libro de poesía dentro de mi bolsillo y me dispuse a escucharla atentamente, expectante a lo que tendría que decirme. Te faltó una coma en el último verso y se te fue una tilde en el poema de los besos. La miré, extrañado, tenía razón, me había dado cuenta de mis errores pero los dejé ir para no perder la inspiración. Antes de preguntar, ella se antepuso y se explicó: Ya no me conoces, pero soy en quien piensas cuando escribes, intenta recordarme, soy tu Samanta.

 

7

La experiencia en sí había sido rara, tengo un leve recuerdo de cuando me estaban internando en el hospital; después estaba en el quirófano y escuchaba muchos llamados de auxilio, todos estaban cerca de mí, alarmados. Yo sabía que mi hora había llegado, porque vi esa luz de la que tanto hablan, y la verdad, no quería hacer ninguna fuerza por quedarme, así que empecé a caminar hacia ella. Lo más extraño de todo, es que justo cuando llegué a la deslumbrante luz, otra vez había vuelto a un hospital, pero esta vez cargado en brazos y con puros llantos de alegría; por más que intentaba, no podía pronunciar palabra, solo balbuceos, lo único peor, es que sentía que mi memoria se perdía a pasos agigantados, lo poco lúcido que quedaba de mí fue desapareciendo.

 

8

Cuando era niño me sentaba en el pasto a contemplar el cielo, y pensaba ¿qué es la vida? Hoy, cuando ya se me está acabando, por fin creo que entiendo lo que es; no es más que recuerdos: recuerdos de lo vivido, lo escuchado, lo sentido; no es más que la experiencia de días, meses, o años, encapsulados todos en la nimiedad de unos segundos; esos segundos antes de perderse en la impredecible y terrorífica eternidad; no es más que ese último suspiro en que revivimos toda nuestra vida bajo ese recuerdo de lo maravilloso y lo fatal, porque en eso consiste, momentos que quisiéramos repetir mil veces, o quizá momentos que no quisiéramos recordar. A la final, la vida es solo eso, momentos que un par de segundos antes de irnos volvemos a revivir.

 

 

9

¡Socorro!, gritaba el viejo náufrago. Había perdido su embarcación y todo lo que traía en ella después de chocar contra las olas. Se sostuvo como pudo en un pedazo de madera, y sobrevivió. Había salido con el plan de pescar algo junto a la arena y regresar pronto, sin embargo, no pudo aguantarse el cansancio hecho sueño, y cayó rendido, por lo que sin previo aviso chocó y fue derrumbado por la fuerza del agua. Nadó en dirección hacia donde él creía que estaba el muelle, pero el agua lo llevó en sentido contrario. Después de un par de horas, derrotado por la ansiedad y el dolor físico, fue llevado por el oleaje hasta una playa de arena blanca. Él creía que estaba muerto, y en el cielo: era una isla perfecta, con sus colores, sus aromas, sus placeres; todo transmitía tranquilidad; las músicas eran distintas, los alimentos se veían frescos y deliciosos. Todo era placer y premio, por lo que estaba seguro de que era el cielo. Fue hasta cuando una hermosa isleña se acercó y le dio la bienvenida, cuando cayó en cuenta de que estaba más vivo que nunca, no sabía con exactitud en qué lugar estaba, pero seguro era el más feliz del mundo, con muchas banderas de amarillo, azul y rojo.

 

10

Todos los planetas habían estado de acuerdo: la Tierra y Marte eran los más privilegiados, así que tenían una ventaja sobre los demás, eran los más aptos para resistir a la peor plaga. Primero empezaría Marte, los cuidaría y les serviría de hogar, no importaba que lo dañaran y estuvieran en constante destrucción, debía hacerse cargo de ellos. Sin embargo, Marte no resistió mucho, así que bruscamente y lleno de desespero, se les mandó a Tierra, sin calcular que con el fuerte choque desaparecerían los reptiles gigantes. Al poco tiempo, Tierra también estaba desesperado, y aunque les daba pequeños castigos, estos, como cualquier plaga, hacían caso omiso y por el contrario respondían peor. Tierra ya había advertido a los demás planetas, o le colaboran, o Marte volvía a hacerse cargo de nuevo, o él los desaparecería, ya que no aguantaba más dolor.

Las imágenes que acompañan los textos son obra del maestro Gonzalo Arcángel Acero Bustos
ejecutadas en tinta sobre papel, durante diferentes periodos creativos

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Con este libro David Pulido obtuvo la Beca de Creación en Literatura
Convocatoria de Estímulos para Procesos Artísticos y Culturales | CEPAC, 2023
Alcaldía Mayor de Tunja | Secretaría de Cultura, Turismo y Patrimonio

Derechos reservados
©David Andrés Pulido Garavito

 

NOTA BIOGRÁFICA

Nació en la ciudad de Tunja (1999). Escritor. Actualmente estudia música. Apasionado por el arte en sus diferentes expresiones. Con su cuento “La promesa” obtuvo en el 2022 el primer puesto en el I Concurso de cuento Alejandría. Ese mismo año fue seleccionado para participar en el Taller de cuento “El veneno del pez globo”. Ha sido incluido en las antologías Cosas de humanos (Corporación cultural Alejandría, 2022), y en Brindis antes del alba | 20 Cuentistas colombianos (Burdelianas Poetry, 2022). Con Última esquina y otros cuentos obtuvo la Beca de Creación en Literatura de la Alcaldía Mayor de Tunja, Convocatoria de Estímulos para Procesos Artísticos y Culturales – CEPAC, 2023.

 

 

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con nosotros (burdelpoetry@gmail.com)
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