ESCRITORES ITALIANOS

DEL REALISMO MÁGICO AL REALISMO PAGANO (Esp./It.) – Antonio Nazzaro


Foto / ©Sandra Uribe Pérez

Durante los días 20 al 25 de mayo de 2019, se llevó a cabo en diferentes ciudades de Boyacá el Festival Internacional de Literartura «Gabriel García Márquez», que organiza la Asociación LIT dirigida por Elizabeth Córdoba Pérez. Allí se dieron cita escritores e intelectuales de diferentes latitudes, entre ellos el poeta italiano Antonio Nazzaro, y el filósofo, historiador, e investigador colombiano Isidro Álvarez Jaraba quien presentó su libro «El país de las aguas / García Márquez en la Mojana, la otra orilla de Macondo». Como sucede cuando los encuentros son verdaderos, el diálogo intelectual continúa, ahora en un texto de Antonio Nazzaro que le da otra vuelta de tuerca a las posibles aproximaciones que se pueden hacer a la obra de GABO.

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Del realismo mágico al realismo pagano

Antonio Nazzaro

El realismo mágico es una definición que permite a la novela Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, ser parte de la cultura occidental. Esto sería posible si se logra ver a América Latina como el extremo sur de un mundo de todas formas dominado, tanto en las artes como en la política, por una visión eurocéntrica y cristiana.

En otras palabras, la magia en la visión occidental es vista como algo connatural a la superstición y no se le da, por ejemplo, un valor espiritual y profundo de la identidad de un país o de un pueblo. La definición de lo “mágico” parece tener casi la misma mirada del mundo “pre-pagano” por parte de la sociedad que en la Edad Media “interpreta” los textos de los autores clásicos como una especie de vaticinio de la llegada de Jesús. Por un lado, está la visión de la literatura clásica que le permitió salvarse de la loca censura de la Iglesia; por otro lado, está la visión que ha borrado los elementos totalmente precristianos y, por ende, nuestra visión eurocéntrica y cristiana. Cien años de soledad es en realidad un texto en el que el término real pone en evidencia una faceta central en la vida de escritor de Gabriel García Márquez: su labor de periodista.

En el libro El país de las aguas, ensayo de Isidro Álvarez Jaraba, se muestra como el Gabo vivió hasta los 24 años en varios de los pueblos que son parte de la historia de sus obras (Barrancas, Aracataca, Sincé, Sucre, Zipaquirá); cabe mencionar que dos de estos pueblos son centrales en la historia personal y literaria del autor: Aracataca-Macondo y Sucre, los cuales están presentes en las novelas La mala hora y El coronel no tiene quien le escriba. Son hechos y crónicas del tiempo que marcarán la vida del autor como, por ejemplo, la muerte real del personaje de Crónica de una muerte anunciada. En una ponencia, Isidro Álvarez Jaraba muestra el lugar del hecho y los “cambios” que el autor hace en su novela con relación a dicho personaje. La referencia a un hecho de la realidad, incluso en su recuerdo, ya tiene en sí todo el valor del oficio que ejercerá años más tarde García Márquez, como periodista y escritor.

Considerada la época y el territorio, sabemos que la presencia de poblaciones precolombinas era bastante numerosa, aunque vista como paria. Allí se encuentra no una visión mágica que viene englobada en el folclore o en un horóscopo de revista, sino en una religiosidad no cristiana, no europea, que emerge y que es parte de lo que se puede definir como la “cultura colombiana”. En este sentido, si en el recuerdo del autor se quedaron hechos asombrosos, ¿cómo es posible no percibir una referencia total al mundo precristiano hecho de valores éticos y espirituales? Cien años de soledad es la expresión de un mundo que vive el tiempo en la misma forma que los grandes clásicos precristianos como la Odisea, la Ilíada y la Eneida. Un tiempo que parece correr según el ritmo de los días pero que deviene hacia adelante y hacia atrás, dentro de otra religiosidad ajena al cristianismo y, por eso, reducida a mera superstición o magia.

El rosario de los Aureliano Buendía recuerda la memoria de la tradición oral. En ese elemento (el del rosario), la reiteración es un tópico: el uso de tantas palabras indígenas no tiene un valor folclórico sino que expresa, con vocablos, los valores y visiones del mundo que la lengua española no puede expresar porque está fuera de su registro cultural.

Si los clásicos antes citados reúnen en forma poética su mundo es simplemente porque no viven el drama lingüístico que ha provocado la conquista española en América Latina, donde a diferencia de la conquista romana que no utiliza la religión para dominar, sino su idioma, da vida a las que hoy en día llamamos lenguas romances. Lenguas que son consideradas propias, es decir, el francés, el español y otras, y no son vistas como un único registro cultural sino como un signo cultural distintivo entre los países.

En Hispanoamérica, las lenguas todavía están bajo el yugo de la definición “castellano” que ni en España sigue vigente, como si fuera una unidad lingüística y, por ende, cultural, pese a que hablar colombiano no es lo mismo que hablar argentino o mexicano. Cada una de esas lenguas está marcada por la cultura precolombina y poscolombina de una manera propia, exactamente como si se utilizara la definición en Europa de latín de Francia o de España con referencia a esas lenguas que sí tienen elementos comunes, es decir, romances, pero expresan culturas en realidad muy diferentes.

Aunque a los romanos no les importaba la religión, la conquista del imperio por parte del cristianismo (en el siglo IV con el edicto de Constantino) marca el comienzo de la destrucción y sustracción de los lugares sagrados de los precristianos. Sea suficiente recordar que Dante Alighieri será bautizado en el que antes era uno de los templos romanos dedicado a sus dioses. Lo mismo se puede decir de la Basílica de la Virgen de Guadalupe, añadiendo el hecho de que es un fraile indígena, san Juan Diego Cuauhtlatoatzin, en el cerro del Tepeyac, el que ve a la virgen, dando así un último golpe a las culturas paganas o precolombinas.

Quiero abrir acá un pequeño paréntesis para recordar cómo el Nuevo Testamento, en su versión aceptada por la tradición cristiana, ya engloba a Roma y a los romanos como actores que se mueven por lo menos en los evangelios, no en contra de Jesús ni en el futuro cristianismo, sino más bien en contra de una posible rebelión de los dominios romanos. En este sentido se ubica la curación del siervo del centurión, en la que un romano es el único que no pide a Jesús ir a su casa y, en cambio, afirma:

–No, Señor. No te pido tanto. Soy pagano, inmundicia para vosotros. Si los médicos hebreos temen contaminarse por poner pie en mi casa, con mayor razón será contaminadora para ti, que eres divino. No soy digno de que entres en mi casa. Si dices desde aquí una palabra, una sola, mi siervo quedará curado, porque tienes mando sobre todo lo que existe.

Es notable la frase “Soy pagano, inmundicia para vosotros”. Se trata de la destrucción del “mundo pagano” ante litteram que es dicha por quien representa uno de los elementos centrales del mundo occidental pagano, es decir, lo que llamamos el Derecho Romano que nace con las 12 tablas más o menos en el siglo V a.C.

De esta manera, podemos ver que una simple conquista basada solo en la imposición de un idioma (como la romana) no podía destruir la religiosidad y los valores éticos de un pueblo, sino crear variantes lingüísticas y culturales. No obstante, un idioma que se impone a través de su religión tiene que borrar cualquier vestigio de las culturas que la preceden y que la expresan.

Por esas razones, se quiere propiciar ese cambio de definición de realismo mágico a realismo pagano, con el fin de devolver sus valores religiosos, éticos, sociales y culturales a un mundo que no puede ser disminuido a folclore o magia, sino que cuenta con una estructura definida y propia de una visión del mundo no cristiana que perdura, de manera determinante, en los varios idiomas españoles de América.

 

©José Eusebio Posada , «Barco de vapor en el río Magdalena (1885, aprox)

 

Dal realismo magico al realismo pagano

Antonio Nazzaro

 

Il realismo magico è una definizione che permette al romanzo Cent’anni di solitudine di Gabriel García Márquez di far parte della cultura occidentale. Questo è possibile se si riesce a vedere l’America Latina come l’estremo sud di un mondo comunque dominato, tanto nell’arte come nella politica, da una visione eurocentrica e cristiana.

In altre parole, la magia nella visione occidentale è vista come qualcosa di connaturato alla superstizione e non le si dà, per esempio, un valore spirituale e profondo legato all’identità di un paese o di un popolo. La definizione di “magico” sembra avere quasi lo stesso sguardo del mondo “prepagano” della società che nel Medio Evo “interpreta” i testi degli autori classici come una specie di vaticinio dell’arrivo di Gesù. Da un lato, questa visione della letteratura classica le ha permesso di salvarsi dalla folle censura della Chiesa; dall’altro lato, questa visione ha cancellato totalmente gli elementi precristiani e quindi, ha creato la nostra visione eurocentrica e cristiana. Cent’anni di solitudine è in realtà un testo in cui il termine reale mette in evidenza un aspetto centrale nella vita di scrittore di Gabriel García Márquez: il suo mestiere di giornalista.

Nel libro El país de las aguas (Il paese delle acque), saggio di Isidro Álvarez Jaraba, si racconta come Gabo abbia vissuto fino ai ventiquattro anni in diversi paesi che sono parte della storia delle sue opere (Barrancas, Aracataca, Sincé, Sucre, Zipaquirá); bisogna ricordare che due di questi paesi sono centrali nella vita personale e letteraria dell’autore: Aracataca-Macondo e Sucre, presenti nei romanzi La mala ora e Nessuno scrive al colonnello. Sono fatti e cronache del tempo quelli che segnano la vita dell’autore, come per esempio, la morte reale del personaggio di Cronaca di una morte annunciata. In una conferenza, Isidro Álvarez Jaraba mostra il luogo del fatto e i “cambi” che lo scrittore fa nel suo racconto rispetto al protagonista. Il riferimento a un episodio della realtà, anche nel suo ricordo, ha già il valore del mestiere che eserciterà qualche anno dopo García Márquez come giornalista e scrittore.

Considerando l’epoca e il territorio, sappiamo che la presenza di popolazioni indigene precolombiane era abbastanza numerosa, anche se vista come paria. Lì si trova non una visione magica che s’ingloba nel folclore o nell’oroscopo di una rivista, ma una religiosità non cristiana, non europea, che emerge e che è parte di quella che si può definire come la “cultura colombiana”. In questo senso, se nel ricordo dell’autore sono rimasti fatti stupefacenti, come è possibile non percepire un totale riferimento al mondo precristiano fatto di valori etici e spirituali? Cent’anni di solitudine è l’espressione di un mondo che vive il tempo nella stessa forma dei grandi classici precristiani come l’Odissea, la Iliade e l’Eneide. Un tempo che sembra scorrere secondo il ritmo dei giorni ma che va in avanti e indietro, dentro un’altra religiosità lontana dal cristianesimo e per questo ridotta a semplice superstizione o magia.

Il rosario degli Aureliano Buendía ricorda la memoria della tradizione orale. In questo elemento (il rosario), la reiterazione è un topico: l’uso di tante parole indigene non ha un valore folclorico ma esprime, con vocaboli, i valori e visioni del mondo che la lingua spagnola non può esprimere perché è fuori dal suo registro culturale.

Se i classici prima citati riuniscono in forma poetica il loro mondo è semplicemente perché non vivono il dramma linguistico che ha provocato la conquista spagnola in America Latina, dove a differenza della conquista romana che non usa la religione per dominare, ma la sua lingua, dà vita a quelle che oggi chiamiamo le lingue romanze. Lingue che sono considerate proprie, come dire, il francese, lo spagnolo e altre, e non sono viste come un unico registro culturale ma come un segno culturale distintivo tra i paesi.

In America Latina, le lingue  stanno ancorasotto il giogo della definizione di “castellano” che neppure in Spagna è vigente, come se fosse un’unità linguistica e quindi culturale, nonostante parlare colombiano non sia come parlare argentino o messicano.  Ognuna di queste lingue è segnata dalla cultura precolombiana e post colombiana in una forma propria, esattamente come se si utilizzasse la definizione in Europa di latino di Francia o di Spagna in riferimento a queste lingue che sì hanno elementi comuni, come dire, romanze, ma esprimono culture in verità molto differenti.

Anche se ai romani non importava la religione, la conquista dell’impero da parte del cristianesimo (nel secolo IV con l’editto di Costantino) segna l’inizio della distruzione e sottrazione dei luoghi sacri dei precristiani. È sufficiente ricordare che Dante Alighieri è stato battezzato in quel battistero che prima era uno dei templi romani dedicato ai loro dei. La stessa cosa si può dire della Basilica della Vergine di Guadalupe, aggiungendo il fatto che è un frate indigeno, San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, nella collina del Tepeyac, colui che vede la vergine, dando così un ultimo colpo alle culture pagane o precolombiane.

Vogli qui aprire una piccola parentesi per ricordare come nel Nuovo Testamento, nella versione accettata dalla tradizione cristiana, già ingloba Roma e i romani come attori che si muovono almeno nei vangeli, non contro Gesù né contro il futuro cristianesimo ma piuttosto contro una possibile ribellione nei domini romani. In questo senso, non è un caso La guarigione del servo del centurione, dove un romano è l’unico che non chiede a Gesù di andare a casa sua e invece, afferma:

–No, Signore. Non ti chiedo tanto. Sono pagano, immondizia per voi. Se i medici ebrei temono di contaminarsi per mettere piede in casa mia, ancora di più sarà contaminante per te, che sei divino. Non sono degno perché tu possa entrare a casa mia. Se dici qui una parola, una sola, il mio servo sarà curato, perché tu hai il comando su tutto quello che esiste.

È notevole la frase: “Sono pagano immondizia per voi”. Si tratta della distruzione del “mondo pagano” ante litteram che viene pronunciata da chi rappresenta uno degli elementi centrali del mondo occidentale, ossia, quello che chiamiamo il Diritto Romano che nasce con le 12 tavole più o meno nel V secolo a.C.

In questo modo, possiamo vedere come una semplice conquista basata solo sull’imposizione della lingua (come la romana) non poteva distruggere la religiosità e i valori etici di un popolo, senza creare varianti linguistiche e culturali. Invece, una lingua che s’impone attraverso la sua religione deve cancellare qualsiasi vestigia delle culture che la precedono e la esprimono.

Per queste ragioni, si vuole propiziare questo cambiamento di definizione dal realismo magico al realismo pagano, con il fine di restituire i suoi valori religiosi, etici, sociali e culturali a un mondo che non può essere ridotto a folclore o magia, ma che conta con una struttura definita e propria di una visione del mondo non cristiana e ancora vigente in modo determinante nelle varie lingue spagnole dell’America.

 

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Derechos reservados
©Antonio Nazzaro
 

 

NOTA BIOGRÁFICA

(Turín, Italia, 1963). Periodista, poeta, traductor, video artista y mediador cultural. Fundador y coordinador del Centro Cultural Tina Modotti. Colabora con las revistas italianas Atelier, Fuori/Asse y Laboratori Poesia. Es responsable de la colección de poesía latinoamericana de Edizioni Arcoiris Salerno. Colabora con la revista venezolana Poesía y la chilena Ærea.  Ha publicado, en 2013, el libro Olor a, Turín Caracas sin retorno (en italiano y español) y Appunti dal Venezuela. 2017: vivere nelle proteste, ambos libros por Edizioni Arcoiris Salerno. Ha publicado dos poemarios: Amor migrante y el último cigarrillo/Amore migrante e l´ultima sigaretta (RiL Editores, Chile; Arcoiris, Italia, 2018) y Cuerpos humeantes (Uniediciones, Bogotá, 2019). Creador y director de la colección de poesía italiana contemporánea Territorio de Encuentro, en coedición con Uniediciones Ibáñez y Samuele Editore, bajo el patrocinio del Instituto Italiano de Cultura en Bogotá.

Como traductor, estuvo a cargo del libro del poeta argentino Juan Arabia, edición bilingüe, Il nemico dei thirties (Samuele Editore, 2017); La noche/La notte, de Dino Campana (Edicola Ediciones, Chile, 2017); La lengua incansable/a lingua instancabile. 10 voci contemporanee della poesía italiana (Samuele Editore/Buenos Aires Poetry, 2018); Hotel la noche/Hotel la notte de Alessandro Moscé (Buenos Aires Poetry, 2018); la antología de poesía colombiana Generación sin nombre (Arcoiris, Salerno, 2018); Tierra y mito de Umberto Piersanti (Uniediciones, Samuele Editore, Bogotá, 2019). Este año será publicado, en colaboración con Pro Helvetia y RiL Editores, la traducción del libro de Fabiano Alborghetti Ecuación de la responsabilidad; y también el libro Olimpia de Luigia Sorrentino, por RiL Editores. En la India, acaba de recibir el Naji Naaman literary prizes 2019, el premio por la mejor obra social con el libro: Appunti dal Venezuela. 2017: vivere nelle proteste.

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(Torino, Italia, 1963). Giornalista, traduttore, poeta, video artista e mediatore culturale. Fondatore e coordinatore del Centro Cultural Tina Modotti. Collabora con le riviste italiane Atelier, Fuori/Asse e Laboratori Poesia. E’ responsabile della collana di poesia latinoamericana di Edizioni Arcoiris Salerno. Collabora con la rivista venezuelana Poesía e la cilena Ærea. Ha pubblicato, nel 2015, il libro Odore a, Torino Caracas senza ritorno (in italiano e spagnolo) e Appunti dal Venezuela. 2017: vivere nelle proteste, entrambi i libri pubblicati da Edizioni Arcoiris Salerno. Ha pubblicato due silloge: Amor migrante y el último cigarrillo/Amore migrante e l´ultima sigaretta (RiL Editores, Cile; Arcoiris, Italia, 2018) y Cuerpos humeantes/Corpi Fumanti (Uniediciones, Bogotá, 2019). Creatore e direttore della collana di poesia italiana contemporanea “Territorio de Encuentro”, in coedizione con Samuele Editore e Uniediciones Ibáñez, bajo el patrocinio dell’Istituto Italiano di Cultura a Bogotá.

Come traduttore, ha tradotto il libro del poeta argentino Juan Arabia, edizione bilingue, Il nemico dei thiirties (Samuele Editore, 2017); La notte/La noche, di Dino Campana (Edicola Ediciones, Cile, 2017); La lingua instancabile/La lengua incansable. 10 voci contemporanee della poesia italiana (Samuele Editore/Buenos Aires Poetry, 2018); la antologia della poesia colombiana La generazione senza nome/ Generación sin nombre (Arcoiris, Salerno, 2018); Tierra y Mito di Umberto Piersanti (Uniediciones, Samuele Editore, Bogotá, 2019). Quest’anno verrà pubblicata, in collaborazione con Pro Helvetia e Ril Editores, la traduzione del libro di Fabiano Alborghetti, Equazione della responsabilità. In India, ha appena ricevuto nel Naji Naaman literary prizes 2019, il premio per la migliore opera sociale con il libro: Appunti dal Venezuela. 2017: vivere nelle proteste.

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Las imagen que acompaña al presente texto, «Barco de vapor en el río Magdalena», es del pintor colombiano José Eusebio Posada, quien nació en Ocaña, Norte de Santander, en 1856 y murió en 1889.

 

 

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