Foto / ©Archivo particular
MUJER DE AGUA
A Helena Araújo
Soy la mujer sentada
a la orilla de todos los lagos
Los restos del árbol están impresos
en las yemas de mis dedos
Me resbalo por la piel de la cigarra
Con mi delantal abanico el alma de la hoja
Cruzo mis gruesos tobillos; busco selva la luna
Me repito seis veces dentro de mí misma
en el umbral donde los mundos se funden
Creo el huevo en la mitad de dos manos
que se abrazan sin tocarse
Mientras dibujo el último círculo,
aparece una segunda vida
maraña de brazos, piernas y bocas
No tengo otro papel para escribir
que la roca sobre la cual naufrago
MÁS ALLÁ DEL SOL
A Herminia, In memoriam
Quizá como la muerte en los labios
la caverna se detenga
Tal vez la noche se carbonice entre tus dedos
como quien descubre en su consumación
la ventana abierta
por donde cruzan las huellas
No sé quién te ha atado en el pecho
un campanario de cenizas
ni cómo mis cabellos
están hechos de ti
Hoy te reconoce la lluvia
junto a la belleza lenta del árbol
te escoge la hoja
al convertirte en su otra mitad
se disuelve tu cuerpo en el aire
para nacer más allá del sol
Marianne von Werefkin – Fall, School (Herbst, Schule), c. 1907
De Entre árboles y piedras (2013)
Yeti, no todas las palabras
condenan a muerte.
Wislawa Szymborska
la niña se hunde
en el cuarto silencio más largo de la tierra
pasa el día
encerrada en una burbuja de fuego
el yeti se sacude
hasta el círculo diminuto
deja huellas de herrumbre
la piedra calla
contra la lluvia.
⊂Ο⊃
cuando los días se acaben
y la hoja
ya no incube su raíz
sumergido en el reverso de las piedras
yacerá el vacío enloquecido de luz
las grandes pérdidas
harán de la montaña
su centro
como puertos sin retorno
se acogerán a la memoria
sólo para darle forma al pasado
serán tan viejas en nuestros ojos
como el destino del agua.
⊂Ο⊃
cada latido
es un autoataque:
el corazón golpea contra el corazón
con el árbol
ocurre algo distinto
su corazón
por encima del agua corrompida
es fuego meditativo
hambre congelada.
Marianne von Werefkin – The Black Women (Schwarze Frauen), 1910
Y empeñados en proteger los bosques/ olvidamos/ que
mientras quede siquiera un árbol/ sobre la superficie de la tierra
la gente morirá asesinada con palos de madera.
Ryszard Kapuscinski
sus raíces
maestras de la vida subterránea
su tronco
doble cuerpo, canal de otros mundos
revoltijo de ombligos que conducen
al diálogo de
sus hojas
materia oscura
puerta entreabierta al círculo
—la punta de la geometría—
esporas animales
estructura alterada
sangre seca.
⊂Ο⊃
las flores encanecen
en el invierno desmayado
tras un precipicio de cielo
el tronco de un árbol perdido
se calcina
en una lenta conspiración de sonidos
cuando el hilo de la vida pende sobre el lago
cuando los ojos sufren el hambre de quedarse ciegos.
⊂Ο⊃
es verdad lo que ocurre al amanecer
cuando mis manos tempranas
desdibujan la piedra
escucha este fuego entrecortado
con el que mi voz te llama
años de sonido
arrancados de las garras del sueño
somos sólo un árbol difuso en el espejo
que se prende
o apaga
después de cada pesadilla.
Marianne von Werefkin – Le Chiffonnier, 1917
De La hierba abre su latido (2018)
COLIBRÍ
El colibrí es la reacción de la naturaleza
ante lo que muere en el centro del árbol
su aleteo son trinos
para los pájaros carpinteros
que se trenzan con las hendiduras
en la madera
el colibrí es una sensación oculta
como un parpadeo bajo el agua
o una sonrisa ante la bala que te atraviesa.
⊂Ο⊃
el fénix
siempre ha pedido reemplazo
como la naturaleza
viaja entre las sombras
—una y otra vez—
para desintegrarse en un mar de cenizas
de donde emerge infinito
como el resultado
de miles de huellas desechables
se ha llegado el día:
él odia hundirse solo
nunca quiso padecer
la costumbre de la resurrección
ahora su espíritu
deja de danzar en su cielo
y se pierde en lo profundo
de la llama desterrada
desaparece
se libera
del hambre
de nacer.
EL TRUENO EN LA SIEN
Después de cierta edad
la gente se alimenta de vidas ajenas
y olvida que el trueno
aún puede hundirse en las sienes,
que el liviano color del otoño
atraviesa la mirada más aguda
y la línea que une los planetas
es un mero ejercicio de la luz.
RUPTURA
No llevas puesto nada encima
salvo el misterio de tu primera piel
la lección de que el tiempo
madura en el mar
mides a pasos el cielo
y moldeas con lo perdido
el pie de estrella
obligado a bajar sin calma
ninguna forma
separada al elevarse
forja el incendio
la ruptura
siempre va hacia la noche
oscureciéndose ante ti
mientras absorbe de tu boca
el gesto anudado
al sueño.
* * *
NOTA BIOGRÁFICA
Medellín, 1987. Filóloga hispanista y Magíster en Escrituras Creativas. Actualmente es docente de literatura en las universidades UPB y EAFIT de Medellín. Ha obtenido varios premios de poesía: I Premio de Poesía Joven Ciudad de Medellín (2011), I Premio Nacional de Poesía Joven Andrés Barbosa (2011), Beca de creación modalidad Poesía (2012), mención de honor en el concurso nacional “El dolor y sus trampas” de la Casa de Poesía Silva y el primer puesto en el XXX Concurso Nacional Universitario de Poesía de la Universidad Externado de Colombia. Varios de sus poemas han sido publicados en revistas nacionales e internacionales y traducidos al inglés y al francés.
Libros publicados: Entre árboles y piedras (Bogotá: Editorial Planeta, 2013), Campanario de cenizas (Quetzaltepeque, El Salvador: Proyecto editorial La Chifurnia, 2016), La hierba abre su latido (Bogotá: Universidad Externado de Colombia).
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Las imágenes que acompañan a los poemas son de la pintora expresionista Marianne von Werefkin, (Tula, Imperio ruso, 10 de septiembre de 1860 – Ascona, Suiza, 6 de febrero de 1938).
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